Cataluña

Somos una gran nación

El proceso separatista impulsado por los partidos nacionalistas catalanes sufrió ayer un fuerte varapalo, tal vez decisivo, con la expresión de la plena coincidencia de fondo de las dos grandes formaciones políticas del arco parlamentario español. Porque, salvando todas las distancias que se quieran poner entre la intervención del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ante los jóvenes del PP, y la del secretario general de los socialistas de Cataluña, Pere Navarro, en el Consell Nacional de su formación, ambas apuntan al hecho incontrovertible de que nuestro orden jurisdiccional, sostenido en la Constitución, no reconoce más soberanía que la del pueblo español. Por supuesto, no hay novedad en las declaraciones de Rajoy, cuya posición, y la de su partido frente al desafío secesionista catalán, no ha variado un ápice, pero sí es cierto que sus palabras toman una dimensión clarificadora en un momento crucial del pleito, cuando la confusión interesada y el ruido de fondo están en su apogeo. De ahí la satisfacción con que los jóvenes populares recibieron la conclusión de un discurso dirigido específicamente a ellos, por cuanto hablaba de futuro y de esperanza. Sin referirse directamente a Artur Mas, principal responsable de la deriva secesionista y de haber abierto una inútil y dolorosa brecha en la sociedad catalana, el presidente expuso la realidad de una gran nación, la más antigua de Europa, unida por lazos sentimentales, personales, históricos, de porvenir y de progreso, cuyo futuro será escrito entre todos los españoles sin excepción. Una gran nación de la que sentirse orgullosos. Pero esta convicción personal del líder del PP, que suscribe la inmensa mayoría de los ciudadanos, es imposible disociarla de su actual responsabilidad de Gobierno: «No voy a aceptar que nadie juegue con la soberanía nacional», advirtió. Hacer frente al desafío separatista, sin embargo, no compete en exclusiva al Gobierno, sino a todos los partidos que creen en España y defienden su Constitución. De ahí la trascendencia de los acuerdos adoptados ayer, en votación secreta, por el PSC, que han devuelto a ese partido su ensencia y su auténtico perfil. Pere Navarro tuvo una intervención notable y el resultado de la votación de sus propuestas, con un 83,5% a favor, demuestra que la llamada «corriente crítica», partidaria de un frente común con los separatistas, no representa más que a una ínfima minoría de los socialistas catalanes. Fue contundente Navarro al reafirmar la posición del partido, opuesta a cualquier decisión que vaya contra la Constitución, y al advertir a los díscolos de que no se trata de imponer un pensamiento único, pero sí de exhibir una unidad de acción clara. Es de celebrar que el PSC haya recuperado la senda correcta y haya salido de la trampa del «derecho a decidir» montada por Mas y Junqueras.