España

Todo pasa por crear empleo

Las previsiones del Gobierno y de las instituciones internacionales han augurado tiempos complicados para el empleo en los próximos meses. Los datos de la Encuesta de Población Activa, que se conocerán hoy, retratarán de nuevo un escenario laboral al que España no puede ni debe resignarse. Además de las cifras voluminosas de paro estructural que el país ha arrastrado de forma endémica, la crisis ha destruido actividad hasta cotas casi inimaginables hace sólo cuatro años. El mercado laboral ha sucumbido a desequilibrios y rigideces crónicos que fagocitaron puestos de trabajo como reacción del tejido empresarial y productivo al colapso económico, a diferencia de lo que ocurrió en otros países de nuestro entorno en los que el impacto de la recesión fue mucho menor porque el marco laboral ofrecía alternativas y respuestas menos traumáticas. Como se ha demostrado desgraciadamente, la destrucción de empleo es relativamente sencilla, pero generarlo es la consecuencia de un proceso de recomposición de equilibrios y de articulación de resortes económicos, administrativos, financieros y hasta culturales prolongado y exigente. No había ni hay una fórmula magistral que permita cambiar de forma automática este ciclo pernicioso tras demasiados años de errores y de recorrer un camino equivocado. La agenda reformista del Gobierno de Mariano Rajoy ha tenido como objetivo prioritario, muy por encima de los demás, sentar esas bases estructurales que invirtieran una tendencia tan gravosa para la sociedad y el país. Las reformas laboral, financiera y administrativa y los incentivos para los emprendedores y los autónomos, entre otras iniciativas adoptadas por el Ejecutivo, han supuesto un punto de inflexión que poco a poco se trasladará a la economía real pero que todavía no nos permite sentirnos siquiera cerca de haber alcanzado el objetivo deseado por todos. España necesita que su economía retome cifras positivas de actividad para poder crear empleo. En este punto, conviene no engañarse ni alimentar ilusiones injustificadas, como se hizo en otros tiempos. El Gobierno prevé que a finales de este año pueda quedar atrás la recesión y que 2014 se convierta en un año propicio para la economía y el trabajo. Entonces, las reformas tendrán que demostrar todo su potencial, eficacia y conveniencia y multiplicar los efectos del ciclo expansivo sobre el mercado de trabajo hasta explotar un marco flexible y favorable a la contratación. El Ejecutivo debe perseverar en la política de cambio profundo con la convicción, que compartimos, de que sin las reformas, con la resignación que nos condujo hasta la parálisis, el panorama del empleo sería hoy imposible y destructivo y de que no se atisbaría un horizonte que, aunque lejano, se presenta esperanzador.