«De Bellum luce»

Esto va de quién aparenta no quedarse en pelotas

Sánchez debe estar preparado para moverse en un clima de precariedad absoluta y sometido al chantaje permanente de sus socios

La épica que construyen los relatores oficiales de Moncloa sobre la negociación con Carles Puigdemont insiste en que Junts y ERC van de farol con sus exigencias de máximos. Estamos de aniversario del «golpe» del 1 de octubre, y «es la música que ahora toca», según cuentan los juglares de Pedro Sánchez. Retórica soberanista, propaganda y papel mojado, que es en lo que dicen que se quedará la declaración institucional del Parlament de Cataluña que vincula la residencia en Moncloa de Sánchez con la amnistía y también con que se active el proceso del referéndum de autodeterminación.

De hecho, para consumo de Madrid, este relato épico de los negociadores difunde la teoría de que, en realidad, el pacto está hecho, y Puigdemont venderá su Sí a cambio de encontrar una solución para su exilio personal, borrar deudas, y evitar que unos cuantos, bastantes, independentistas le corran a gorrazos por dejarles con un pie en el juzgado y con sus finanzas amenazadas por las deudas que se derivan de los presuntos delitos que cometieron durante la organización del «procés».

En cuestión de días, o semanas, comprobaremos si es verdad lo que dicen los juglares de Sánchez porque aquí una de las dos partes tiene que bajarse los pantalones y saltar, prácticamente en pelotas, las líneas rojas sagradas que dijeron que jamás traspasarían. Hay intoxicadores que apuntan incluso que el referéndum de autodeterminación es la bomba de humo que lanza Puigdemont para facilitarle al presidente en funciones la claudicación que ya ha hecho con la amnistía. Y así Moncloa podría convencer a los españoles de que hay que agradecerle su firmeza a la hora de frenar el desafío independentista porque han dicho que No al referéndum y la amnistía será vista como un acto de generosidad del Estado en aras del reencuentro.

Tanto le importa a Puigdemont, según los emisarios de Moncloa, salir del aburrimiento de Waterloo y regresar a su Nación catalana, para recuperar la rutina de su acomodo burgués, que al final solo el arreglo de sus problemas personales facilitarán la investidura y serán el cierre definitivo de esa reconciliación de la que tanto habla la propaganda de los ministros en funciones. Nada de lo que vemos estos días es lo que parece, aunque sí se puede concluir del debate de investidura de Feijóo que si hay Gobierno de coalición, Sánchez debe estar preparado para moverse en un clima de precariedad absoluta y sometido al chantaje permanente de sus socios. Cuando acabe esto, podremos medir quién se ha bajado más los pantalones. Y si alguno se ha quedado en pelotas.