La situación
La exitosa estrategia del sí
«Si el poder cambiara de bando, y otro presidente dijera alguna vez que no, prepárense para huelgas y, quizá, un renacimiento del procés»
Tiene motivos el presidente del Gobierno para felicitarse por el acuerdo al que han llegado los sindicatos y la patronal para fijar la subida de salarios en 2023 y en los dos próximos años. Presume Pedro Sánchez de la paz social de que gozan su gobierno y el país en esta legislatura. El dato es incuestionable. Si nada cambia, Sánchez habrá conseguido otro hito: será el primer presidente del Gobierno al que los sindicatos no le organizan una huelga general.
Con los sindicatos, el presidente ha actuado de la misma forma que con otros actores políticos, nacionales o internacionales, de los que quiere conseguir algo: les da lo que piden. Quería que los independentistas congelaran el procés durante unos años: indultó a sus líderes, eliminó el delito de sedición y rebajó las penas por malversación. Pretendía que Marruecos dejara de lanzar a sus niños y jóvenes a las fronteras de Melilla y Ceuta o los montara en pateras: cambió, sin explicación alguna, la tradicional política de España sobre el Sáhara para abrazar el criterio del rey Mohamed. Aspiraba a recibir cierta atención del presidente de Estados Unidos, que le recibirá dentro de unos días en Washington: acepta acoger inmigrantes latinoamericanos que hayan cruzado o pretendan cruzar el Río Bravo.
Ahora es el turno de los sindicatos. En realidad, ahora y siempre, porque UGT y Comisiones Obreras disfrutan de una influencia sobre el Gobierno solo comparable con la que tuvieron durante la presidencia de Zapatero, cuando las malas lenguas consideraban al entonces secretario general de la UGT, Cándido Méndez, como un vicepresidente más del Ejecutivo –con gran enfado del aludido, por cierto–.
Con Sánchez en la presidencia y Yolanda Díaz en el Ministerio de Trabajo, la conflictividad social –cuando existe– se dirige hacia las empresas, como se demostró en las manifestaciones del Primero de Mayo: los dirigentes sindicales solo hicieron alusiones amenazantes contra los empresarios. Mientras el poder esté en las manos actuales, esa será la tendencia. Si el poder cambiara de bando, y otro presidente dijera alguna vez que no, prepárense para huelgas y, quizá, para un renacimiento del procés.
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