Cuaderno de notas

Fábula sanchista del torero y el etarra

Hay gente a la que le parece muy mal que Vox lleve en sus listas a exmaltratadores y bien que Bildu lleve a exterroristas

Mi Españita se enfadó porque Vox quiere colocar de vicepresidente a Vicente Barrera, matador de toros y por tanto maltratador, sádico, asesino, inculto y el resto de cosas que le dijeron. Se dan tres enmiendas sobre Vicente Barrera y unas se entienden mejor que otras. La primera consiste en que un torero carece de las dotes para el Gobierno por ser considerado un torturador. Yo creo que los toreros serán asesinos el día en que la gente que come filete sea considerada caníbal y los dueños de perros, secuestradores. La segunda consiste en reclamar que un torero es un ser impermeable a la cultura pues en las manos con las que sacrifica un toro de seiscientos kilos no puede sujetar un libro. Aquí toman forma los mejores prejuicios sobre la gente del toro que enlazan con los que se proyectan sobre la gente de lo rural, un molde como de tipos que no saben leer ni escribir, sucios y oscurantistas que emergen de una nube de puro barato y que acceden a la urbanidad lo justo como para no hacerse pis en las manos.

A los aficionados a los toros, cada poco nos mandan a leer así como para curarnos la bestialidad, para desbastarnos con alguna novelita fácil que haya por ahí escrita y que pudiéramos entender incluso nosotros. Después la encuesta de hábitos culturales del Ministerio de Cultura dice que los aficionados a los toros leen, visitan los museos, acuden a bibliotecas y a conciertos más que la media de la población en una extraña forma de catetismo ilustrado que solo se explica por estética; habrá que ir pensando en vestir con tote bag. Otra cosa son las ideas de Vicente Barrera que te pueden gustar o no –a mí, no me gustan, por ejemplo–, pero no tienen que ver con ser torero. En esto de la política, cada torero es de su padre y de su madre. Domingo Dominguín se hizo del PC, financió Mundo Obrero, produjo «Viridiana» y, cuando Paco Cano le preguntó qué era el comunismo delante de un plato de gambas de la Cervecería Alemana, le respondió: «Canito, el comunismo es una gamba para ti, y otra para mí».

A veces, España de pronto se triangula a sí misma con claridad cristalina. A la condena de haber sido matador de toros de Vicente Barrera se le iguala la de Carlos Flores por maltrato como si fueran poco menos que lo mismo, y no. Uno puede rehacer su vida, pero un condenado por violencia de género está inhabilitado para mandar en un partido que cuestiona el relato sobre la violencia de género.

Qué será lo próximo, ¿un terrorista en un partido que cuestione el relato sobre el terrorismo? Hay gente a la que le parece muy mal que Vox lleve en sus listas a exmaltratadores y bien que Bildu lleve a exterroristas. El delegado de Gobierno de la Comunidad de Madrid vino a decir que los de Bildu eran unos santos que salvaron miles de vidas y no como esos patriotas de pulsera y así se representó la fábula sanchista del torero y el etarra en la que el segundo está mejor visto que el primero.

En realidad, extorero no existe. Lo correcto sería escribir «torero retirado», pues en el fondo dejó de matar toros y esto permitiría un blanqueamiento del torero retirado al estilo del que bendice al terrorista que no ejerce. Al fin y al cabo, pedían que dejaran de matar toros para hacer política y aquí están: ¿no es un paso adelante para la democracia? Si al menos en lugar de toros hubiera matado gente, para algunos estaríamos ante un demócrata mejor.