El bisturí
Feijóo torea a Sánchez y no cae en la trampa de Vox
Ha sido el PSOE el que ha votado junto a Vox para evitar un gobierno de López Miras en la Región de Murcia
El debate cara a cara de Atresmedia del pasado lunes arrojó dos imágenes contrapuestas: la de un candidato que se estrella y la de otro que avanza hacia el estrellato. El constante empleo de un tono bronco y el uso de la vieja táctica de las interrupciones no le sirvieron a Pedro Sánchez para salir vencedor. Ni siquiera airoso. De hecho, Alberto Núñez Feijóo le dejó en evidencia desde el primer al último minuto, empleando unas veces los datos, otras la réplica rápida, y en más de una ocasión, la sorna, el mejor remedio contra la soberbia y la mentira. Tampoco le valió al todavía presidente del Ejecutivo la alusión insistente a Vox y a sus pactos de Gobierno con el PP en la Comunidad Valenciana o Extremadura. Desde que culminaron las autonómicas y municipales y convocó las generales, Sánchez ha volcado su estrategia en empañar la imagen de los populares haciendo creer a los españoles que Santiago Abascal será el que mueva los hilos de un futuro Gobierno del PP si las urnas confirman la debacle socialista. El objetivo que persigue es triple: por un lado, busca equiparar artificialmente a la formación de Núñez Feijóo con Vox, tras caricaturizar antes a este último partido a través de su aparato mediático, haciéndole pasar por ultraderechista, enemigo de los derechos humanos, tolerante con la violencia de género, defensor del negacionismo climático, machista y hasta carca. Un rescoldo del franquismo, vamos. El PP tendrá que comulgar con sus postulados si precisa de sus escaños para formar Gobierno, repitió hasta la saciedad Sánchez en el debate, como vienen haciéndolo desde hace semanas los corifeos del régimen. Como si pactar con Vox, un partido a la postre constitucionalista y defensor de la unidad de España, fuese peor para nuestro país que hacerlo con los proetarras de Bildu, los secesionistas catalanes o los radicales de izquierdas que defienden el chavismo, algo de lo que el aparato mediático monclovita no dice ni pío, naturalmente.
El segundo objetivo que buscan Sánchez y sus huestes es empujar al PP a reafirmarse frente a los de Abascal y a distanciarse de ellos, en busca del mayor número posible de escaños en solitario. Frente a ello, el PSOE no sólo no vitupera a Yolanda Díaz en los mítines e intervenciones públicas, sino que más bien trata de apuntalarla, sabedor de que las reglas electorales actuales primarían más de esta forma al conjunto de izquierdas, aunque Sumar ascienda a costa de los propios socialistas. Esta doble trampa ha llevado a Núñez Feijóo a dilapidar una parte importante de sus intervenciones durante la precampaña a adoptar una actitud defensiva y a dedicar parte de ellas a justificaciones que no vienen al caso. En el debate no repitió el error ni cayó en la trampa. Ha sido el PSOE el que ha votado junto a Vox para evitar un gobierno de López Miras en la Región de Murcia, como ha aprobado los presupuestos gracias al apoyo de Arnaldo Otegui y de lo secesionistas catalanes, entregándoles a cambio toda suerte de concesiones. La mayoría vergonzosas, por cierto. El tercer objetivo que persigue el presidente del Gobierno con su estrategia electoral pasa también por hablar lo menos posible de sus incumplimientos o de las consecuencias que tendrán para la ya maltrecha economía española su generosa política de dádivas y subvenciones a cambio de votos, aunque la deuda pública se dispare pese a la masacre impositiva que ha decretado. Sánchez, sin embargo, volvió a pinchar en hueso.
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