Cargando...

Con su permiso

Por fin un líder sensato

Quizá por el tiempo y el lugar que le toca vivir como Papa vaya a ser la proyección internacional la que con más esperanza se contemple y analice

Se congratula Alejandra de la inesperada universalidad de sangre del nuevo Papa León XIV. Es norteamericano, nacido en el Chicago del blues y los Obama, se nacionalizó peruano en 2015 después de décadas de misionero en aquel país, y desciende de padre franco italiano y madre francesa de ascendencia española. Un buen puñado de países hacen hoy al papa suyo, lo toman como de casa. Un mestizaje tan rico lo convierte en un simbólico mosaico de culturas y continentes que acaso defina también una visión del mundo sin fronteras ni márgenes invisibles. Desde luego, conoce bien la América pobre y el occidente acomodado.

Alejandra dejó hace tiempo el compromiso militante con la fe católica, pero se sabe parte de un mundo cuya cultura y costumbres conectan su vida con la de siglos de dominio de la Iglesia que desde el jueves honra como jefe supremo a su Papa número 267. Se llama Francisco, Robert Francis, que es el nombre que adoptó sus predecesor honrando la figura del santo de Asís y su humildad y cercanía. Y daría la sensación, al menos eso es lo que escucha Alejandra en los comentarios de sabios y tertulianos, que no se apartará del camino abierto por el argentino que al menos intentó abrir alguna pequeña grieta en la solemne inmovilidad de la iglesia. Grietas por las que se colarían destellos de luz que sin cambiar esencialmente nada al menos si abrían paso a una manera distinta de observar, a una compasión más amplia y solidaria con quienes sufren la incomprensión y la desigualdad por su sexo o su género.

El nuevo Papa, cuyo nombre evoca la voluntad de apertura solidaria con pobres y trabajadores, y la expansión misionera a las que dio forma León XIII a finales del siglo XIX y principios del XX, sabe del sufrimiento y la marginación de los pueblos indígenas y sometidos, de los desheredados y sus esperanzas y del poder de consuelo y ayuda de la Iglesia más cercana. También conoce otro poder, el de las estructuras orgánicas eclesiales. El Papa Francisco, que lo ascendió a cardenal hace apenas dos años, lo nombró también Prefecto del Dicasterio para los Obispos, o sea, responsable del correcto nombramiento de las autoridades locales de la Iglesia. Era un ministro de su gobierno, para entendernos.

Cree Alejandra que es motivo de serena alegría para los católicos que aspiran a la universalidad y creyeron y admiraron a Francisco, el tono en fondo y forma del primer mensaje de León XIV en el que llamó al diálogo y a construir puentes y se mostró comprometido con la paz. Sugiere continuidad, pero va a ser el tiempo y su acción quienes quiten o den razones. Lo vio en la tele satisfecho y algo nervioso. Parecía costarle contener las lágrimas. Y ella se ponía en su lugar e imaginaba lo que para un hombre de lealtad y compromiso con la Iglesia supondría tocar casi literalmente el cielo desde la más elevada posición que se puede alcanzar para la fe católica. No se puede llegar más lejos y más alto. Y en lo que tiene de humano, que no es poco, ha de estar sintiendo el peso enorme del orgullo y al tiempo la responsabilidad y sus miedos, que no son cuestión menor, por mucho que uno se sitúe allá arriba.

Prevost es ahora el otro norteamericano con más poder en y sobre toda la Humanidad. Trump le acompaña en semejante consideración. No puede evitarse una sonrisa Alejandra al someter a ambos al forzado juego de la comparación. Como imagina que puede hacer cualquier lector, oyente o espectador de los medios esta mañana. Dos poderosos norteamericanos…uno universal, trascendente y eterno, el otro de mira corta, interesado y extemporáneo. Imagina que, pese al aparente agrado con que Trump ha exhibido públicamente su «orgullo» por el nombramiento, no le va a poner las cosas fáciles el León al gallito.

Tampoco las tendrá él. Observa Alejandra cómo el suyo puede ser el más firme y fiable liderazgo en un mundo a cuyo frente están un vanidoso frívolo e ignorante, un tirano sin escrúpulos embriagado de ambición, o un burócrata sin freno político ni límite alguno. Estados Unidos, Rusia y China, las tres grandes potencias, están dirigidas por personajes que dan miedo, y a su alrededor se mueven liderazgos violentos como el de Israel o conflictos de incalculable consecuencia como el que se barrunta entre la India, gran potencia emergente, y Pakistán.

En esta turbadora ensalada de diplomacia sometida a la fuerza tendrá que jugar también el más influyente de los líderes religiosos mundiales, el Jefe de un estado pequeño y neutral, pero enorme en su presencia universal y capaz de mover las conciencias con la poderosa herramienta de la razón espiritual.

Quizá por el tiempo y el lugar que le toca vivir como Papa vaya a ser esta proyección internacional la que con más esperanza se contemple y analice. También, probablemente, la que le permita un mayor margen de maniobra, dada la granítica construcción dogmática de una Iglesia que tendrá difícil no seguir anclada en ideas muy sobrepasadas por la realidad contemporánea.

En todo caso, bienvenido al mundo de la responsabilidad espiritual y política de una humanidad que necesita hoy más que nunca saber que hay contrapesos a la desasosegante deriva que estamos tomando en este tiempo de zozobra.

Papa León XIVIlustraciónPlatón