Parresía

Incertidumbre total

El líder de Junts no lleva bien que su propia amnistía siga en el aire y que el PSOE, desde el Congreso, le esté haciendo la cobra con la cuestión de confianza a Pedro Sánchez

La semana pasada elucubrábamos en este rincón sobre el futuro de Venezuela y, por desgracia, el dictador Nicolás Maduro sigue ahí y Edmundo González… no se sabe dónde. Esta semana se vislumbra algo parecido a un alto el fuego entre Israel y Hamás, ahora que Donald Trump está a punto de ser investido presidente de Estados Unidos (recordemos que Trump, hace solo unos días, amenazó a los terroristas con «un infierno» si no devuelven a los rehenes israelíes). Estas próximas horas serán vitales para determinar hasta qué punto se calman las cosas en Oriente Próximo. Ojalá cesen por completo los bombardeos sobre la Franja y veamos, el próximo domingo, a decenas de inocentes, supervivientes del horror y el cautiverio, regresar a Israel, con los suyos.

La incertidumbre caracteriza el devenir de este primer mes del año, siempre de cuesta empinada en lo económico, y ahora también en lo político. Por aquí, vemos al mismísimo Fiscal General del Estado imputado por filtrar, supuestamente, datos personales del novio de Ayuso, aunque sonriente y sin intención de dimitir. Escuchamos a su entorno profesional –a la fiscal de Madrid– corroborar que sí, que la imputación de su jefe tiene todo el sentido pero vaya, el Gobierno le arropa a muerte.

Llegados a este punto, a todo lo que ya sabemos, no sé qué más tiene que suceder para que Álvaro García Ortiz coja sus cosas y se vaya, por respeto a la institución que representa. Al novio de Ayuso ya le juzgarán en breve por fraude fiscal, tendremos tiempo de valorarlo. Pero lo de Álvaro García Ortiz, por ser él quien es, a estas alturas, resulta demasiado escandaloso.

Lo que hoy muy probablemente abrirá los informativos nos llevará a Bruselas, porque Carles Puigdemont, mal que nos pese a muchos, sigue mandando y chantajeando al Gobierno desde allí. El líder de Junts no lleva bien que su propia amnistía siga en el aire y que el PSOE, desde el Congreso, le esté haciendo la cobra con la cuestión de confianza a Pedro Sánchez. Ayer asistimos a la escenificación de un acercamiento entre ERC y Junts con Junqueras y Puigdemont sonrientes, desplazándose ante las cámaras en un coche, con la matrícula del 1 de octubre. ¿Qué más puede significar esa imagen? ¿Hasta qué punto romperá Carles Puigdemont con Sánchez? ¿Qué medidas o qué próxima factura tendrán que abonarle al líder de Junts desde la Moncloa para calmarle? Sin presupuestos no se gobierna, aunque así llevamos un largo tramo. PSOE y Junts se pueden permitir, a día de hoy, un punto y aparte, no más. Incertidumbre total.