Tribuna

Las Indias no eran colonias

Un error típico de los historiadores consiste en analizar el pasado con criterios actuales

José Díaz-Rato Revuelta
Las Indias no eran colonias
Las Indias no eran coloniasBarrio

Cuando se acerca la fecha del 12 de octubre, Día de la Hispanidad, suele plantearse, de nuevo, en la historiografía y también por algunos dirigentes hispanoamericanos el debate en torno a si las Indias fueron o no colonias. Tomo prestado del insigne jurista Ricardo Levene el título de su libro «Las Indias no eran colonias» para defender con argumentos semejante aserto.

La RAE define «colonia» con diversas acepciones, todas ellas interrelacionadas. Así, conjunto de personas procedentes de un país que se va a otro para poblarlo y cultivarlo o para establecerse en él; territorio fuera de la nación que lo hizo suyo y ordinariamente regido por leyes especiales. Por otro lado, la ONU la define como aquel territorio, cuyo pueblo, todavía no ha alcanzado un nivel pleno de autogobierno. Parece claro que, en la actualidad, según estas definiciones, las posesiones españolas en América eran colonias, si bien el carácter peyorativo que tiene hoy no lo tenía antes.

El colonialismo es un término propio del siglo XIX, donde abundaron las guerras, los saqueos sin límite y los expolios colosales. Baste visitar el Museo Británico, el Louvre o el Pérgamo para certificar tal afirmación. Un error típico de los historiadores consiste en analizar el pasado con criterios actuales. Mayor desacierto aún reside en considerar idénticos los valores del siglo XXI con los de los siglos anteriores, lo que provoca una miopía cuya consecuencia es una versión tergiversada y alejada de la realidad del momento y, por tanto, de la verdad histórica.

Rafael Diego-Fernández y John Lynch sostienen que se trataba de colonias, pues su papel era producir exclusivamente para la metrópoli. El descubrimiento y posterior conquista tuvieron claros tintes de colonización. Sin embargo, la forma de hacerse ésta, no parece que pueda abonar la tesis de meras colonias, pues, como dice el indigenista norteamericano Charles F. Lummis, los españoles fueron además civilizadores.

Por el contrario, los historiadores argentinos Levene y Gullo, el jesuita Nuix, Madariaga y muy recientemente Pérez Vejo, sostienen lo contrario.

Dejando de lado la cuestión semántica, lo cierto es que la reina Isabel siempre consideró a los indios como castellanos, con sus derechos, prohibiendo la esclavitud, formando parte junto con los peninsulares de la Corona. Esta política americana fue respetada por todos los Austrias y Borbones.

De haber sido colonia, solo se hubieran construido ciudades en la costa para enviar los recursos a la metrópoli, al más puro estilo inglés.

De haber sido colonia, no se hubieran edificado catedrales, hospitales, universidades o palacios tanto en la costa como en el interior.

De haber sido colonia, no se les hubiera permitido a criollos y mestizos ser formidables filósofos, poetas, políticos o militares.

De haber sido colonia, no se hubiera fomentado el crecimiento de la agricultura y la industria, rompiéndose esa ecuación de colonia productora de la materia prima y metrópoli como fabricante de productos.

De haber sido colonia, no se hubiera permitido el matrimonio con los naturales de las Indias, produciéndose un mestizaje de sangre y cultura, cosa que ya autorizó desde el principio la reina Isabel.

De haber sido colonia, no hubiera habido todo un Derecho Indiano donde Las Leyes de Indias regulasen con tanto detalle, la vida, organización y funcionamiento de los órganos de gobierno, virreinatos, audiencias, alcaldías…

De haber sido colonia, no se hubiera construido el acueducto de Chapultepec en 1621, que con más de novecientos arcos abastecía de agua a la ciudad de México, o el hospital de la Purísima Concepción y de Jesús Nazareno fundado por Cortés en 1521 para atender a nativos y peninsulares, estando todavía hoy en funcionamiento.

De haber sido colonia, hubiera habido previamente un plan organizado y coordinado de conquista, con fines concretos y un ejército preparado para tal misión. La realidad es que nada de eso tuvo lugar, pues la acción española en América se basó en acciones individuales de hombres como Cortés, Balboa, Pizarro, Hernando de Soto, Cabeza de Vaca, y muchos otros no tan conocidos. Todos ellos fueron unos aventureros que, sin proyecto previo, sobre la marcha cambiaban sus objetivos en función de las circunstancias.

En definitiva, la presencia española en las Indias tuvo vocación de permanencia, donde durante tres siglos hubo pacífica coexistencia de peninsulares, criollos, indios y mestizos. Buena prueba de ello es la existencia, solo en México, de treinta y cinco bienes culturales, declarados patrimonio de la humanidad por la UNESCO. Huelga decir que hay otros muchos en la restante América española y ninguno en la América anglosajona. Nada de eso se hubiese producido si la acción española hubiese sido una mera operación colonial.

José Díaz-Rato Revuelta, es Doctor en Derecho.