Canela fina
Isabel Díaz Ayuso, el enemigo a batir
«Isabel Díaz Ayuso, víctima de una obsesiva campaña, puede decir: “Ladran, buena señal de que cabalgamos ”»
Alberto Núñez Feijóo ha mejorado de forma considerable desde que se alzó con la presidencia del Partido Popular. Se ha convertido en un excelente dialéctico en el Congreso de los Diputados. Es hombre inteligente, serio, buen gestor y, aunque hayan sido muchos los errores cometidos en los dos últimos años, su política resulta cada día más convincente y respetada. En muchas de las grandes cuestiones que se plantean en la vida nacional, todavía el PSOE sanchista se anticipa y le golpea sin piedad. Los socialistas no respetan a Feijóo, porque consideran que el liderazgo del PP se encuentra en Isabel Díaz Ayuso. Sectores cualificados del propio PP también lo creen así. En todo caso, la posición de Ayuso con relación a Feijóo ha sido ejemplar. Siempre le ha apoyado. Contribuyó a que el Congreso del partido le consolidara como líder indiscutible y desde la presidencia de la Comunidad de Madrid, el líder popular solo recibe palabras de apoyo, así como respaldo permanente a su gestión política.
Está claro, sin embargo, que el PSOE sanchista considera a Ayuso como el rival a vencer. Desde hace cinco años, el presidente del Gobierno, los dirigentes sanchistas y los medios periodísticos afines, sobre todo los audiovisuales, golpean a la presidenta madrileña de forma implacable. Hay algo en esas campañas hostiles de obsesivo, de patológico, de una ojeriza que roza la histeria. Díaz Ayuso es la autoridad que llama a la competencia y está rodeada por mujeres y hombres de indiscutido nivel político e intelectual. Entre todos sobresale Miguel Ángel Rodríguez, al que el sanchismo busca las cosquillas sin éxito cada semana. Rodríguez es un peso pesado de la política española desde tiempos de Aznar. Moderado, prudente, siempre bien informado, respalda desde la sombra a Ayuso con extraordinario acierto.
Y el hecho es que, a pesar de la implacable campaña del sanchismo contra la presidenta madrileña, la lideresa se robustece en su puesto. Es una mujer sencilla, sin aspavientos, solidaria con los desfavorecidos, las ideas claras y un carisma popular que no cesa. No molesta a las mujeres. Es inteligente, pero no es Margarita Salas. Es elegante, pero no es Isabel Preysler. Es atractiva, pero no es despampanante, no es Elsa Pataky. Puede decir a sus detractores sanchistas la frase célebre que algunos atribuyen a Azaña: «Ladran, buena señal de que cabalgamos».
Luis María Anson, de la Real Academia Española