Editorial

Una izquierda desafecta con las víctimas de ETA

El sanchismo nunca ha amparado a las víctimas de ETA, sino que las ha desatendido y las ha mentido de forma contumaz y alevosa

El lema «que te vote Txapote» dirigido a Pedro Sánchez, que se ha hecho popular en estas semanas de duelo electoral, ha sido rebatido a duras penas por el argumentario de Moncloa con una reivindicación de las víctimas del terrorismo por lo que entienden como una ofensa al colectivo, además de una manipulación al compromiso del Gobierno en este ámbito concreto. Sin duda, que ni para el presidente ni para sus aliados y colaboradores ha resultado grato que el bofetón dialéctico haya hecho fortuna en la ciudadanía de manera tan clara y explícita. La popularidad del eslogan ha obligado a aplicar una estrategia de control de daños sin que el remedio, claro, fuera peor que la enfermedad. Ya se puede asegurar que no se ha logrado. Principalmente, porque como en otros campos de la gestión, desde el Ejecutivo se ha jugado de forma torticera y malintencionada con la verdad, la memoria y el criterio de una parte minoritaria, pero respetable, de las víctimas para blanquear su política referida al terrorismo y encubrir de mala manera su sociedad de conveniencia con el brazo político de la banda etarra en esta legislatura y en varias administraciones. El «que te vote Txapote» se ha explotado como una cortina de humo, una más, para modelar una verdad alternativa en la que Sánchez y sus ministros niegan su alianza con Bildu, se adjudican el mérito de la derrota de ETA y se bautizan como únicos paladines de la causa noble y justa de todos los damnificados de las décadas del terror separatista vasco en nuestro país. Moncloa sabe bien, porque es su creador, que este bulo de la vergüenza, además de colosal, resulta especialmente inmoral y profundamente tóxico. El pliego de cargos contra Sánchez y su consejo de ministros en este crítico frente de la vida nacional no es menor con el brazo ejecutor de Fernando Grande Marlaska de por medio. El sanchismo nunca ha amparado a las víctimas de ETA, sino que las ha desatendido y las ha mentido de forma contumaz y alevosa. Fue el ministro Marlaska el que prometió en las caras de los afligidos héroes de la democracia que nunca se acercaría a un terrorista con delitos de sangre al País Vasco y ya están todos allí beneficiados por el PNV, al que Sánchez entregó las llaves de la política penitenciaria. Como será de obsceno el baremo de la gracia a los asesinos que ya es habitual que la Audiencia Nacional anule los regímenes de libertad que el gobierno vasco reparte. Los presos, las instituciones y la participación en la dirección del Estado han sido cláusulas del contrato de Moncloa con Bildu para asegurarse la estabilidad parlamentaria, de lo que además se han jactado en estos años. La izquierda, el PSOE, Bildu, ha proclamado sin rubor en las últimas horas que hay que «respetar lo que dicen las víctimas». Es hipócrita que censuren «el que te vote Txapote» mientras callan unos y celebran otros ante homenajes a pistoleros terroristas como los que se suceden por la geografía vasca y navarra.