Tribuna
Jueces y barro
¿Por qué tanta obsesión por acallar a los jueces?, ¿molesta que haya Estado de a Derecho?
Dentro de la jerga política está muy en boga «enlodar», «embarrar», expresiones que se lanzan al oponente político o a la prensa adversa, esa que molesta o te desnuda en público. Pero este lenguaje ya trasciende de la gresca política para alcanzar al Poder Judicial, que garantizará el Estado de Derecho y el ejercicio de derechos y libertades, pero que si se cruza en el camino, embarra, enloda. Fíjense si no en este titular: «El barrizal de la judicialización amenaza la ley de eutanasia».
El titular en sí no es faltón, es un producto muy elaborado y sólo puede proceder de un laboratorio experto en manipulación. Los más avisados habrán captado la autoría: es de El País, un consumado artista que en apenas diez palabras condensa toda la estrategia de comunicación oficial y todas las estrategias -oficiales también- para que la opinión pública capte que los jueces no es que sean ya un incordio, son algo peor: lo embarran todo. De ahí a decir que son una fuente de lodo que debe cegarse hay un paso; para presagios miren a México.
Diseccionen el titular. Que la tutela de derecho y libertades esté encomendada a la Justicia es «judicialización» y actuar donde no conviene, política o ideológicamente, es embarrar. Me centro en la noticia. El País es un medio enganchado a la cultura de la muerte, tan cegado está que llega al extremo de ignorar -más bien, ocultar- que si los jueces pueden intervenir en el proceso de eutanasia es porque lo prevé su ley reguladora.
Esa ley ordena que, solicitada, intervenga un «médico responsable», si su parecer es favorable interviene un «médico consultor» y después una comisión de garantías y evaluación, todo según unos trámites que la dictadura del espacio me impide exponer. Esa comisión verifica ese parecer favorable de los médicos y, de ser desfavorable, resuelve posibles reclamaciones. Si es contrario a la eutanasia, cabe ir a los tribunales y es entonces cuando, según El País, entramos en el lodazal.
Sin embargo, el Tribunal Constitucional ha declarado que también cabe acudir a los tribunales si se da luz verde a la eutanasia. Dijo que no es inconstitucional que la ley no prevea el control judicial para las decisiones favorables y no lo es -añadió- porque aunque la ley de la eutanasia -que es sectorial- no lo regula, siempre se puede atacar esa decisión favorable acudiendo a las leyes procesales, que son generales; incluso cabe suspender cautelarmente la ejecución de la decisión favorable.
Como se ve, para El País ese proceso -descrito a muy grandes rasgos- es un barrizal, y me pregunto, les pregunto, que haya intervención judicial ¿lo es? Barro no lo creo, sí es un papelón para el juez que debe decidir, nada menos, si una persona puede continuar viviendo o no. Pero aparte de tildar de lodo la intervención judicial, El País se viene arriba y ataca en sí toda la regulación del proceso de eutanasia en la que no ve otra cosa sino «grietas». Admito con El País que su regulación es compleja, pero bien que aplaudió su promulgación: «una gran noticia», «sitúa a España en el grupo de cabeza de las conquistas sociales», dijo en algún editorial.
Todo esto ha venido a cuento de las primeras decisiones judiciales paralizando procesos de eutanasia promovidos por padres que no quieren que sus hijos se suiciden. Han abierto el melón los casos el de Noelia, parapléjica, o el de Francecs, que pidió la eutanasia y el Tribunal Superior de Cataluña avaló su paralización. Ya veremos cómo acaban esos asuntos y si con el tiempo se va forjando una doctrina que interprete una ley compleja que, como he dicho, puede dejar al juez nada menos que la decisión sobre la vida de una persona.
Pero vuelvo al barro. ¿Por qué tanta obsesión por acallar a los jueces?, ¿molesta que haya Estado de a Derecho? Recuerdo la indignación de políticos socialistas y nacionalistas cuando se recurrió -incluso por el Defensor del Pueblo, el socialista Múgica- el Estatuto de Cataluña o cuando se impugnó la ley del aborto de 2010 impulsada por esa maldición que fue y es Zapatero. Siempre me he preguntado qué temían los promotores de ambas si estaban tan convencidos de sus bondades jurídicas.
Para mí que El País quiere ya revivir la experiencia de la ley del aborto de 1985 que, puntualmente despenalizadora, acabó degenerando en aborto libre, lo que legalizó la ley de 2010 zapateril. El País parece nervioso: la ley de la eutanasia será de 2021, pero va creando ambiente para reconsiderarla y es que un adicto a la cultura de la muerte no quiere obstáculos, quiere barra libre, eutanasia libre. Y de paso, echar una mano al poder: en tiempos de jueces incordiantes, que los ciudadanos capten que la Justicia lo embarra todo.
José Luis Requeroes magistrado del Supremo