Apuntes

Del Mar Rojo al caso de Ortega-Smith

¿Puede interpretarse la misión como un apoyo a Israel y a Sánchez le da urticaria solo de pensarlo?

Mientras el alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida –ese líder carismático que se presentó a unas elecciones prometiendo que iba a levantar las restricciones de circulación en el centro de la capital–, exige el acta al concejal Javier Ortega-Smith por una supuesta agresión a un señor de Más Madrid –con todo el aspecto de ser uno de esos tipos que tiran la piedra y esconden la mano–, que por más que repaso los vídeos del incidente, no encuentro por ninguna parte, y admiro los reflejos de Rita Maestre para convertir en un escándalo político un incidente menor que, total, en minoría absoluta poco más puede hacer por la causa de los trabajadores y las trabajadoras, trato de orientarme sobre el extraño asunto del veto de nuestro admirado Gobierno, que todo lo hace bien, a que la Unión Europea amplíe la «Operación Atalanta» a la seguridad del tráfico marítimo en el Mar Rojo. Según los especialistas en la materia, almirantes retirados, porque los que están en activo no dicen ni mu, o si lo hacen, tienen que borrar los tuits a toda máquina, la nueva misión, bajo el alcance de misiles de defensa de costa, no podía solventarse con derivar a nuestra fragata «Victoria» desde las costas de Somalia a las del Yemen, porque carece de adecuadas defensas antimisiles. Habría que desplazar una del tipo «Álvaro de Bazán», que ignoro si están disponibles o cuánto tiempo se precisa para hacerlas operativas, que son datos sujetos normalmente a secreto militar. Pero dejando al lado estas menudencias, que resbalan a la moderna opinión pública, tampoco me queda claro si ha habido un repentino cambio de criterio gubernamental o si, desde el principio y tras la conversación mantenida entre el presidente Sánchez y el presidente Biden ya se había decidido que España no participaría en una misión militar conjunta con los Estados Unidos. Creo recordar que la ministra de Defensa, Margarita Robles, había puesto como condición que la operación tuviera el paraguas de la OTAN o de la UE, pero conseguido lo último, en una «decisión de política dura», según fuentes comunitarias, se decidió optar por el bloqueo, empleando el derecho a veto que nos concede la Carta europea. Las siguientes preguntas son de rigor. ¿Al Gobierno le caen mal los Estados Unidos y no quiere saber nada de ellos? o ¿la misión puede interpretarse como un apoyo indirecto a Israel y a Sánchez le da urticaria solo de pensarlo? o ¿el PSOE temía que le retrataran sus socios en el Congreso cuando tuviera que someter a consulta la decisión? En fin, que el objeto principal, garantizar la seguridad del tráfico marítimo por una de las rutas estratégicas del mundo, la del Canal de Suez, se pierde en la nebulosa de las cosas de este gobierno, que, insisto, todo lo hace bien y somos nosotros, los malvados de la derecha, los que lo hacemos todo mal. Arrepentíos, que es Navidad. No sé qué explicaciones se sacará de la manga el equipo de propaganda gubernamental, pero, con seguridad, tendrán trastienda. Mucho más socorrido para un artículo navideño, dónde va a parar, lo de Ortega-Smith y el pequeño concejal que insulta por lo bajinis. Aunque si el representante de Vox me permite un consejo, a la política, cuando hablamos de la izquierda, se viene insultado.