Canela fina

Y Marcelino Camacho

«Camacho: “los comunistas hemos enterrado muertos y rencores y marchamos por la vía de la libertad, la paz y el progreso”»

El alcalde de Navalagamella convocó pleno del Ayuntamiento. En el punto 4 del orden del día se incluyó: «Cambio de denominación de la plaza de Marcelino Camacho». La reacción popular a semejante despropósito fue inmediata. La propuesta se retiró.

Cinco fueron los hombres que hicieron posible la Transición de una dictadura de 40 años a la democracia pluralista plena: el Rey Juan Carlos I, que tenía la fuerza del Ejército; el cardenal Tarancón, que tenía la fuerza de la poderosa Iglesia de entonces; Marcelino Camacho, que tenía la fuerza sindical; Felipe González, que tenía la fuerza de los votos; y Torcuato Fernández-Miranda, alma mater de la compleja operación política.

A lo largo de mi dilatada vida profesional he conocido a pocos hombres de la honradez personal de Marcelino Camacho, de tan sólida coherencia ideológica, de la capacidad de liderazgo y del sentido de la lealtad. Siempre a su lado, su mujer Josefina Semper, paloma brava, y sus hijos, el admirable Marcel y Yénia, mi querida Yénia, mujer inteligente, constructiva, culta y capaz. Camacho fue republicano y comunista y mantuvo erguidas sus ideas pero se instaló en la Monarquía de todos y contribuyó de forma decisiva a la Transición democrática porque la fuerza del comunismo no la tenía Santiago Carrillo sino el líder de Comisiones Obreras.

En su libro Confieso que he luchado, Camacho escribe: «La lucha económica por sí sola no conduce a la emancipación de la clase obrera, no conduce a su liberación de la explotación capitalista». Critica también el ultraizquierdismo, «enfermedad infantil del comunismo», según Lenin, y rechaza el sindicalismo ultraizquierdista. Desaprueba, además, «la concepción de los sindicatos como correa de transmisión de los partidos».

El despropósito del alcalde de Navalagamella me ha encendido el recuerdo de aquel hombre excepcional que se llamó Marcelino Camacho. Soy un profesional independiente. Me muevo ideológicamente en el mundo liberal conservador. Pero siempre he admirado a aquel sindicalista incorruptible, al que el dictador Franco persiguió y encarceló. Tal vez no está de más recordar en estos días turbulentos, lo que afirmó el líder de Comisiones Obreras: «Nosotros, los comunistas, que tantas heridas tenemos, hemos enterrado nuestros muertos y nuestros rencores. Estamos resueltos a marchar hacia adelante por la vía de la libertad, de la paz y del progreso».