
A pesar del...
Michael Lewis aplaude al Estado
Su nueva obra consiste en un elogio del Estado y una ignorancia de sus costes, empezando por el coste de oportunidad
El periodista estadounidense, Michael Lewis, entrevistado por Daniel Arjona en El Mundo, declaró: «Los libertarios recortan siempre lo que la gente realmente necesita». ¿Y qué es lo que la gente «realmente necesita»? Para Lewis es el Estado.
Desarrolla su respuesta, junto con la de otros autores, en el libro: «Who is Government?. The Untold Story of Public Service», publicado por Riverhead Books. Su argumentación adolece de un análisis insuficiente, como ocurre también en su otro libro, llevado al cine, «La gran apuesta» –reseñado aquí: https://bit.ly/43AuAG8.
Su nueva obra consiste en un elogio del Estado y una ignorancia de sus costes, empezando por el coste de oportunidad. Así, dice que «dejarlo todo al mercado» significaría que no tendríamos carreteras, ni parques, ni seguridad, ni nada.
Sostiene que los empleados públicos «podrían ganar mucho más dinero en el sector privado», lo que está lejos de ser una regla general, pero no lo aparta de la idea central: «la gente sin poder debe ser protegida frente a la gente con poder». Lo notable es que entre esa gente con poder no incluye al poder político y legislativo, como si no mandaran sobre la gente. Los funcionarios son héroes abnegados, sólo atentos al interés general, que persiguen a criminales y salvan vidas. En cambio, en el sector privado sólo reina el interés particular, a expensas de la comunidad.
Lewis y sus coautores, a través de una serie de semblanzas biográficas, proceden a «demostrar» lo que en realidad no requiere demostración alguna, porque es totalmente evidente que en el Estado hay personas íntegras que llevan a cabo su trabajo con dedicación, honradez y eficiencia. Igual que en la empresa privada.
La cuestión es otra, porque la diferencia crucial entre lo público y lo privado es que los ciudadanos pagan lo segundo voluntariamente y lo primero a la fuerza. El libro omite esta distinción, como si entre las cosas que la gente «realmente necesita» no figurara la necesidad de conservar lo que es suyo y de contratar libremente con ello.
El volumen es técnicamente deficiente en diversos ámbitos –su análisis del monopolio, por ejemplo, es muy pobre– pero resulta deplorable precisamente en lo que aplaude. Por ejemplo, afirma que la Agencia Tributaria «protege a todos». Pasa por alto que el Estado nos protege de muchas cosas, pero no de él.
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