Escrito en la pared
Nicolás Redondo y el socialismo liberal
No sorprende que Nicolás Redondo concluya su texto «con el ánimo encogido», pues tras preguntarse «¿dónde está esa izquierda?», confiesa: «honradamente, amigo, no lo sé»
Se ha presentado esta semana en Madrid el libro en el que Nicolás Redondo proclama un «No me resigno» –tal es su título– ante los acontecimientos políticos que, en España y en buena parte de los países occidentales, están cercenando los fundamentos de la sociedad liberal, anclados en los principios republicanos que, desde la Revolución francesa, ponen el énfasis institucional en la unidad e indivisibilidad nacional en tanto que marco en el que se disfruta de la libertad, se reivindica la igualdad y se promueve la solidaridad. Redondo ancla su reflexión en su propia «emancipación intelectual y política de un sectarismo tribal» –se refiere, naturalmente, al PSOE, el partido que le dio cobijo durante muchos años, y del que recientemente fue expulsado–, aún a pesar del «dolor que supone andar el camino en una cierta soledad». De ello hay en el texto un testimonio autobiográfico contenido –donde no faltan los silencios, pues al autor le «disgustan los alegatos biográficos que aprovechan para pasar facturas»– y un extenso análisis de la deriva iliberal que se fue consolidando en el partido socialista después de que Joaquín Almunia perdiera las elecciones de 2000. Deriva que ha culminado, tras Zapatero, con un Sánchez para quien la libertad y la igualdad valen tan poco que sucumben ante una política de identidades que los socialistas han bebido en el comunismo que se desbarató tras la caída del Muro de Berlín.
En el libro de Redondo hay mucho que extraer, aunque en esta reseña necesariamente breve sólo llamaré la atención acerca de su propuesta de un nuevo «socialismo liberal». En ella se destila la experiencia del PSOE en la Transición, que el autor sintetiza magistralmente con estas palabras: «reformismo, vocación mayoritaria, autonomía ideológica, el futuro como referencia y una visión nacional del país». Son esos conceptos los que él quiere recuperar, desde la izquierda, para afirmar un eje político en el que el liberalismo se confronte con el iliberalismo, y la democracia representativa con el Estado autoritario. Es, naturalmente, una tarea hercúlea y, viendo los acontecimientos más recientes, no sorprende que Nicolás Redondo concluya su texto «con el ánimo encogido», pues tras preguntarse «¿dónde está esa izquierda?», confiesa: «honradamente, amigo, no lo sé».
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