Apuntes

Ojo, que ahora viene el reparto de la pasta

Si el Senado, con su veto a los Presupuestos, molesta, pues Sánchez cambia la Ley y santas pascuas

Aunque, de momento, todo son conjeturas, en los mentideros de la Villa y Corte se da por descontado que Carles Puigdemont ha elegido la línea de menor resistencia y en la tradición de las salidas personales investirá al candidato socialista, aunque tenga que desprenderse de esos, ahora, molestos compañeros de viaje que todavía creen que se puede arrancar un referéndum de autodeterminación. Son los de la Asamblea del Consell, ese invento del fugado de Waterloo que cumplieron su papel de comparsas mientras el nacionalismo catalán se pegaba una torta en las urnas de campeonato.

Así que despejado lo urgente, que es el horizonte penal del ex presidente de la Generalitat, queda lo importante, que es el reparto de la pasta. Y ahí, los nacionalistas, como con el Rioja, no admiten ni una coña. Me dirán que hay otras demandas, como la de un mediador extranjero que garantice la palabra del presidente en funciones y, de paso, retrate a España como una república bananera, pero no se lo crean demasiado. Siempre está lo de la «mesa bilateral de seguimiento» para dar el pego. Lo importante, pues, es el reparto de los fondos públicos, que la vida está muy cara, Cataluña tiene más deudas que un ludópata y vamos a tener que congelar hasta los presupuestos de Sanidad.

Pero, claro, hay un problema que se llama «mayoría absoluta del Partido Popular en el Senado». No es que la cámara alta pinte mucho, pero sí puede bloquear la propuesta gubernamental del techo de gasto, que es el paso previo e ineludible para elaborar los Presupuestos Generales del Estado que, insistimos, forman parte inexcusable de unos acuerdos de investidura que implican a siete formaciones políticas, si no contamos la macedonia de Sumar. Por supuesto, la solución ya está prevista. La mayoría simple del Congreso de los Diputados no tiene más que modificar el artículo de la Ley Orgánica de Estabilidad Presupuestaria que concede derecho de veto al Senado y santas pascuas. Si hemos conformado un Tribunal Constitucional a la venezolana, lo de retirar poder de control al Senado es una minucia. Eso sí, los chicos del PSOE y de lo que sea ahora el Partido Comunista deben estar muy seguros de que nunca volverá a gobernar la derecha en este país, porque si vas reduciendo a la nada los controles democráticos del Ejecutivo, el día que toque volver a la oposición vas de ala.

Yo, modestamente, aconsejaría al presidente del Gobierno en funciones que, si gana la sesión de investidura, y siguiendo el pensamiento político de filósofos de altura como Adriana Lastra o Nicolás Maduro, le pasara a Conde-Pumpido algunas modificaciones constitucionales que impidieran a esa derechona que sólo pone palos en las ruedas y obstaculiza la gran obra social de su gobierno presentarse a las elecciones. Hay distintas fórmulas, pero la de inhabilitar líderes molestos de la oposición es de las más eficaces. Y no me digan que es una barbaridad, que se va a aprobar una amnistía que convierte a la democracia española en un Estado opresor, que coloca a los policías y guardias civiles que defendieron la legalidad en el papel de delincuentes, que se cisca en las sentencias del Tribunal Supremo y no va a pasar nada. Queda una esperanza, que cuando llegue el reparto de la pasta el resto de España se cabree lo suficiente. Porque con el dinero no se juega. Con lo demás, pues sí.