
Mirando la calle
El Papa, un hombre bueno
«Dicen quienes le conocen que es un hombre pragmático, carismático y esquivo…»
León XIV es el nombre que ha elegido el nuevo papa. El suyo, Robert Prevost Martínez, quedará para el recuerdo, semioculto tras ese León XIV que, para los expertos, sugiere que sigue la estela de León XIII, el de la doctrina social de la iglesia, la Rerum Novarum, previa al comunismo (la primera doctrina social que existió en el mundo), volcada en los derechos sociales. Si León XIII trató de que los cardenales tuvieran formación académica y nombró a mi admirado Cardenal Newman (al que siempre recuerdo por esa definición suya de la elegancia, que comparto: «la elegancia es no hacer daño a los demás»), León XIV cuenta con una formación académica personal, digna de ser subrayada, con licenciaturas en derecho canónico, filosofía y matemáticas. Nacido en Chicago, pero más ciudadano del mundo, que norteamericano, misionero y nacionalizado donde tenía su última parroquia, la diócesis de Chiclayo, en Perú, el nuevo papa, siempre según los expertos, no es trumpista, sino todo lo contrario, como no podía ser de otro modo, dada su sensibilidad social y su preocupación por las injusticias y debilidades. Dicen quienes le conocen que es un hombre pragmático, carismático y esquivo… Aunque tal vez esta última característica tiene que ver con su pertenencia a la orden agustina, muy caracterizada por la interioridad, y porque sus misioneros construyan sus discursos desde esa interioridad hacia el exterior. Es un papa relativamente joven –aún no ha cumplido los setenta años–, y del que se espera no solo que siga la estela del papa Francisco, sino también que continúe con su propia línea respecto a los abusos de conciencia, de poder y los sexuales, frente a los que ha sido todo un referente. Un papa con una trayectoria previa a su papado muy esperanzadora, sobre todo por su comunión con el pueblo y con el mensaje de Jesucristo. También por sus mensajes de paz, reiterados y protagonistas a lo largo de su primera intervención («la paz de Jesucristo resucitado»), tan necesarios en este mundo convulso del siglo XXI. Un papa, en fin, que, además, probablemente por obra y gracia de sus fieles peruanos, habla a la perfección el español y, lo que más importante, que parece un hombre bueno…
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