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Aunque moleste

El precio de la paz

Trump rezuma optimismo y ve cercano un acuerdo sobre Ucrania

Que Sánchez cada vez pinta menos en el tablero internacional lo pone de manifiesto su ausencia de la «coalición de los dispuestos», o sea, Macron, Starmer, Merz y el polaco Tusk, reunidos este fin de semana para exigir un alto el fuego a Putin bajo amenaza de más sanciones. El ruso ha respondido que alto el fuego no, pero negociaciones sí. Trump rezuma optimismo y ve próximo un acuerdo. Los analistas más ecuánimes también lo ven, pero no con el resultado que presagiaba Occidente: Rusia convertida en estado paria, Putin desalojado del poder y recuperadas las provincias anexionadas, Crimea incluida. La realidad es que Putin sigue fuerte, como se vio en el desfile de la Victoria, respaldado por 29 jefes de Estado y el chino Xi Jinping, con quien el ruso habría acordado el formato del plan de paz. «Una victoria personal para el jefe de Estado ruso, a quien Occidente intentaba aislar, sin éxito», decía el Washington Post, mientras el Daily Mail apostillaba: «El aislamiento de Rusia es un mito». La realidad es que las sanciones han perjudicado más a Europa que al Kremlin. Alemania lleva tres años en decadencia económica mientras que los rusos están creciendo al 3 %. Amenazar con más sanciones no parece inquietar a Putin, que tiene a su disposición los mercados de India (1500 millones de habitantes) y China (otros 1500), amén del resto de Asia, África y Latam.

Cara a la negociación del jueves, sigue el pulso. Zelenski ha dicho que estará en Estambul, aunque eso le hará incumplir la ley que el mismo promulgó prohibiendo el diálogo con Moscú. Es improbable que Putin acuda en persona, mientras que sus portavoces dicen que no habrá acuerdo si no se reconoce la «causa profunda», que según ellos se remonta a 1997, cuando la OTAN incorporó a Ucrania como miembro de facto, comenzando a utilizar Yavoriv, base militar ucra cercana a Polonia. La expansión de la OTAN al Este es «la causa profunda» de la guerra, dice Moscú. No es fácil el acuerdo. Putin pide el cese de los envíos de armas, cancelación de la ley marcial en el país invadido, línea de demarcación según el frente actual, Kiev fuera de la OTAN, restauración de los derechos de las minorías rusas y zona desmilitarizada de 30 kilómetros. A Moscú no le interesa mucho el alto el fuego, pues su prioridad está en ocupar las ciudades de Pokrovsk, Kramatorsk y Slavyansk, en el Donbas. Ucrania sigue perdiendo posiciones. Falló en la denominada gran contraofensiva y ha tenido que desalojar el territorio ruso de Kursk, que intentó ocupar sin éxito. Trump acaba de aprobar el envío de municiones para sus HIMARS en el frente y más misiles ATACM y Patriot, y los alemanes Taurus, pero en Bruselas se rascan la nariz porque reconocen que Rusia produce anualmente más de 1.400 misiles balísticos Iskander y 500 misiles de crucero Kh-101, según The Economist, amén de entre 1500 y 2000 tanques y 3000 blindados. La «coalición de los dispuestos», cazada este finde en un vagón de tren con ropa de campaña y aditamentos, sostiene que la tecnología rusa es «de lavadora». Tal vez sería bueno un poco de realismo. Decía Erasmus que «Incluso la paz más desventajosa es siempre mejor que la guerra más justa».