El buen salvaje
Los que apoyan un Gobierno corrupto también lo son
¿Dónde están los manifiestos exigiendo explicaciones al primer pasajero del Peugeot?
Tantos golpes de pecho, tanto verbo afectado por la ideología, ahora convertido en la vergüenza que quieren espantar sus protagonistas, aquellos que señalaban con saña a la Prensa y a los opinadores que osaban criticar al presidente Sánchez, el entonces intocable tótem de la progresía y la democracia, como si la hubiera inventado él. ¿Dónde quedan aquellos llamamientos casi de tomar las calles para defender a lo que hoy se ha revelado una mentira? Qué tienen que decir, entre otros, Benjamín Prado, el hombre que quiso humanizar a Sánchez, cuando la farsa de la reflexión, y nos interpelaba: el presidente también tenía bazo y corazón, decía, como argumento para que dejáramos en paz a Sánchez; por favor, un corazoncito. Algunos periodistas del régimen, que miraban a este y a otros medios de nuestra competencia casi como escaparates del fascismo, se pinchan ozempic democrático para adelgazar el tono y disminuir el bochorno. Solo algunos. La izquierda es terca en sus afectos. En la última estomagante tertulia amiga que recuerdo, ante las revelaciones de Cerdán, se contestaba con el mal estilo de Ayuso con la excusa de que la presidenta de Madrid había hecho unas declaraciones sobre el caso. Hay que desviar la atención.
Cuando en la profesión se habla de decencia siento un escalofrío de convertirse en hombre lobo. No sé si faltan colmillos o cojones. La sincronizada no hace falta que pida perdón, bastaría con que dejara de defender el discurso oficial cuando ya se ha demostrado tan falso como putrefacto. ¿Dónde están los manifiestos exigiendo explicaciones al primer pasajero del Peugeot? Ya no es un asunto local, no es Jesús Gil y la Pantoja «The times» o «The Economist» han firmado su veredicto. Serán tachados por Moncloa como pseudomedios, tabloides digitales: así llamaba Sánchez a los sitios que adelantaban los contenidos del informe de la UCO. A los porteadores del incienso al líder, decirles que se vive bien en el peloteo, magrearse y dejarse pagar hasta para hacer desaparecer un disco duro. Perdón por la torpeza, pero ¿qué prostitución es la que quieren abolir? Para saber en qué bajos hay que buscar. Todos somos putas, pero hay que saber cuándo hay que pasar del tanga a la braga enteriza. Porque ahora no está en juego que gobierne uno u otro o bailar el juego a los afines sino que se produzca un cambio de régimen que no haya dieta que lo frene. Y eso que todavía, como Sánchez, no hemos comido.