Bonus Track

Resentida

Ahora soporto, con extrema dificultad, vivir en este tiempo de legisladores, legisladoras y legisladoros de moral patituerta a los que les mencionas la palabra «ética» y todo lo que piensan es que te has comido la «t» inicial

La obsesión con el sexo de la autoridad política es notable en ésta, nuestra pequeña época infame. Aunque llevan razón esos tíos, tías y tíes: si una se dedica al sexo, prospera adecuadamente. Verbigracia, si tú eres una literata sicalíptica, te haces rica gracias a vender libros con bonitas portadas de colorines suaves, que parecen cuentos infantiles por fuera, pero que por dentro llevan un duro y alto voltaje pornosanitario (pues el sexo está altamente recomendado por la oficialidad). Y esperamos que pronto conquisten para nosotres el nuevo y maravilloso derecho a que la prostitución la sufrague la Seguridad Social. Y si tú –so tía poco espabilada–, hicieses un programa sobre fornicación recreativa en la Tdt, Youtube, en Prime Time, Prime Amazon, en un podcats, un poscateto Onlyfans, en el Sursum Corda del Metaverso…, habrías podido ligarte a un político omnipotente (políticamente), o a un millonario que te pusiera tu propio sex shop sanitario donde vivía Lady Di, en London (ahora habitan árabes forrados en petróleo, con sus señoras retractiladas en burkas); te podrían hacer subsecretaria mandamasa de algo sexual, serías bestseller internacional, o mandona del Ministerio de la Gobernación del Placer, o una estrella rockera cantando «No te siento, Satisfayer…» versionando a los Rolling Stone y destronando a Shakira y sus Cuernos Stories. Podrías conquistar el poder incluso en «esos días» porque hoy el sexo da alas, no solo a las compresas, sino también al ascenso profesional. Y ya si te ciscaras desde el BOE con los «Hetero-patriar-carcas», fundirías la pana de la modernidad. En fin…, ya sé que se nota que me expreso desde la envidia y el resentimiento de quien no ha alcanzado la cima del éxito y la popularidad, y ya sé que eso me pasa por dedicarme al seso, en vez de al sexo… Y que por ello ahora soporto, con extrema dificultad, vivir en este tiempo de legisladores, legisladoras y legisladoros de moral patituerta a los que les mencionas la palabra «ética» y todo lo que piensan es que te has comido la «t» inicial.