Letras líquidas

Retoques Middleton... y amnistía

Si miramos la foto que va saliendo de la amnistía, de momento, nos está quedando un poquito retocada

Quien más quien menos, reconozcámoslo, ha fantaseado con algún retoque. En la era de los filtros resulta difícil resistirse a la tentación de pasar la realidad por un tamiz que la haga más bella, más luminosa, menos arrugada o, simplemente, más llevadera. El problema llega con los excesos o las inoportunidades. Como el «photoshop» de Kate Middleton que ha dado la vuelta al mundo y que, además de agigantar el enigma que pretendía acallar, ha situado en el centro de la conversación el gran reto de la sociedad contemporánea: ver y no creer, porque ya no podemos estar seguros de que las imágenes que observamos sean siempre ciertas. Cosas de la modernidad. Y, antes de que la inteligencia artificial nos arrolle con su otra dimensión paralela, si es que no lo ha hecho ya, estaría bien que asumiéramos que nuestros ojos son potenciales víctimas de distorsiones, engaños y trampantojos.

Emulando a todas esas técnicas que aspiran a dominarnos, o quizá como mero efecto contagio, hay quien intenta pulir algunos hechos, difuminándolos, para ocultar lo que verdaderamente hay. Ahora que la amnistía va a superar su primera fase en el Congreso, aún con tramitación parlamentaria por delante y recorrido judicial como para varias decenas de artículos más, es buen momento para analizar el encaje entre los argumentos con los que se justifica y la realidad: la concordia que sus impulsores alegan dista de la ausencia de respaldo que reflejan encuestas y sondeos y con el rechazo mayoritario en el Senado, que también es soberanía nacional; la urgencia que ha propiciado un procedimiento legal acelerado y sin informes y controles previos aún está por demostrar, y el punto final que acompaña históricamente a los perdones jurídicos ha sido rebatido ya por el independentismo catalán. Si miramos la foto que va saliendo de la amnistía, de momento, nos está quedando un poquito retocada.