Sin Perdón

El retorno de Puigdemont

«Podemos encontrarnos con una campaña electoral catalana en la que el candidato más importante del nacionalismo esté en la cárcel»

Estos días resulta divertido observar el fervoroso patriotismo independentista de Marta Rovira mientras negocia la rendición de ERC a Sánchez para que Illa sea elegido presidente. Durante los años del pujolismo, este partido era poco más que un figurante en un panorama político catalán dominado por la potente personalidad de Pujol. Era una posición irrelevante parecida a la que ahora Rovira quiere condenar a su partido mientras ella sigue viviendo en Suiza. No hay duda de que es una política hábil que ha sabido adornarse de una imagen de heroína del independentismo, aunque con una situación muy cómoda a diferencia de Junqueras que asumió sus responsabilidades políticas en la cárcel. Es otra de las paradojas de ERC, ya que el «mártir» del independentismo no ha podido recoger los réditos de su sacrificio. No solo le traicionó Rovira, que eligió para que fuera su secretaria general y le dio todo el poder interno, sino también Aragonés al que hizo presidente de la Generalitat. Al final, la recompensa ha sido que quieran jubilarlo y que Rovira encabece la operación desde Suiza financiada por su partido. No es casualidad que haya hecho coincidir su regreso triunfal con un acto de las mujeres de Esquerra.

No hay duda de que Puigdemont fue más hábil e incluso visionario. Durante años se lanzó la idea de que tenía miedo a ir a la cárcel. A todo el mundo que le quería escuchar le explicaba que no podía permitir que el presidente de Cataluña fuera a la prisión, ya que tenía que defender la institución desde el exilio. No importa, porque la poderosa maquinaria propagandística del sanchismo se encargó de decir lo contrario y presentarlo como un hombre pequeño y de escasas luces. Hasta el momento, han caído todos los que se opusieron a su liderazgo. Nadie recuerda a Clara Ponsatí. Ahora tiene un partido cohesionado con una estructura clara de mando que es fiel a su proyecto. No es una casualidad que las viejas figuras del pujolismo, encabezadas por el expresidente, estén a su lado. Es otro fracaso de Sánchez, ya que no solo no ha conseguido acabar con él, sino que es la figura clave para la estabilidad de su gobierno.

No podrá aprobar ninguna iniciativa parlamentaria relevante, incluidos el despropósito de la ley para controlar a los medios de comunicación y otras chorradas del plan regeneracionista que acabarán en la papelera. Tengo ganas de leer el texto de esa absurda ley que está elaborando un despacho de abogados socialistas y que intentarán colar con la mentira de que es una iniciativa para ajustarse a la directiva europea. Por cierto, contó con el rechazo de Puigdemont en el Parlamento Europeo. No se puede apoyar una medida que quiere limitar la libertad de expresión y que está motivada por los problemas personales del presidente del Gobierno. Una vez más estamos ante un atropello del Estado de Derecho como ha sucedido con la amnistía, que es una ley que atenta contra la igualdad de los españoles y que responde a un escandaloso fin ilegítimo. Lo sucedido con el compositor Nacho Cano muestra que hay una presunción de culpabilidad para los desafectos al sanchismo y una de inocencia para quienes gocen de su aquiescencia. Al igual que le sucedió al novio de Ayuso, sus derechos son atropellados y se aplica la pena del telediario. Por supuesto, los medios afectos actúan como abogados defensores de los políticos y familiares de los dirigentes del PSOE mientras crucifican a Ayuso y su entorno. Es sintomático el ataque brutal que recibió la mujer de Feijóo basándose en una noticia falsa.

Puigdemont regresará a Cataluña en las próximas semanas. No solo Sánchez tendrá un problema, sino también Marta Rovira. En el momento en que se encuentre en suelo español será detenido para ser puesto a disposición del magistrado Pablo Llarena. Cabe suponer que ordenará su ingreso en prisión en aplicación de las medidas cautelares que siguen vigentes. Es la confirmación del carácter chapucero de la ley de amnistía, cuya técnica jurídica parece obra de unos neófitos. España se ha caracterizado históricamente por tener buenos juristas. Una muestra de ello es que fueron capaces de desmontar el régimen franquista de la ley a la ley, pero parece que el sanchismo solo es capaz de atropellar el Derecho y la Constitución, con una ausencia de talento sobrecogedor. Con Puigdemont en la cárcel se rompe el tablero catalán y será difícil que Rovira pueda justificar un voto favorable al candidato socialista.

Más allá de los ataques que lanzarán los medios y periodistas fieles al sanchismo contra las togas, la realidad es que podemos encontrarnos con una campaña electoral catalana en la que el candidato más importante del nacionalismo esté en la cárcel. Es evidente que será un factor movilizador para un independentismo que estará muy cabreado. Por supuesto, sobre todo contra Sánchez, porque creerán que no ha cumplido con sus compromisos. La responsabilidad del contenido de la ley y la ineficacia en su aplicación es solo suya, ya que tenía demasiados agujeros y no fueron capaces de resolverlos. El desconocimiento en materia jurídica, dicho irónicamente, no es un eximente. En el caso de que se cumpla está previsión, será una campaña muy difícil para el PSOE y ERC. Puigdemont se presentará como un mártir mientras Rovira tiene que ordenar que los suyos se sitúen al lado del preso. Otra opción sería que ignorara el encarcelamiento e impusiera que se vote a Illa, pero sería demoledor para ERC. En el caso de los socialistas, se encontrarán con que el PP tiene la oportunidad de oro para arremeter contra ellos. Es bueno que Feijóo no olvide que su enemigo es el sanchismo. Finalmente, Puigdemont habrá perdido cualquier incentivo para apoyar a Sánchez y sus diputados le harán la vida imposible.

Francisco Marhuendaes catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE)