Al portador

Sánchez y Feijóo y el lado equivocado del debate

Sánchez, que esperaba desarbolar al rival, tuvo problemas para dominar sus nervios, algo que quedó claro con sus interrupciones permanentes

Baltasar Gracián (1601-1658), el aragonés autor de El Criticón, creó un estilo muy personal, con sentencias breves y un lenguaje lacónico, a menudo polisémico. «No tomes el lado equivocado de una discusión solo porque tu oponente haya tomado el lado correcto», dejó escrito, algo que parece una descripción del debate de anoche entre el presidente Pedro Sánchez y el aspirante Alberto Núñez Feijóo. Los forofos de uno y otro, como siempre, están convencidos de que su candidato fue el vencedor claro ayer. La gran victoria, sin embargo, fue de Atresmedia, al margen de que la discusión fuera bronca, embarullada y, a menudo, casi imposible de seguir. Es cierto que los moderadores, Ana Pastor y Vicente Vallés, podrían haber puesto algo más de orden, pero también hubieran cercenado la frescura y crudeza –por mucho que moleste a algunos– de una contienda dialéctica que quizá no mueva demasiados votos. El líder del PSOE y el del PP, sin duda, han convencido a sus partidarios que ya lo estaban y es bastante probable que Sánchez no haya conseguido su objetivo, que era atraer a los indecisos, que quizá tampoco estén entusiasmados con Feijóo, aunque puedan decantarse a su favor. El jefe de los populares, porque encabeza las encuestas, acudía como posible víctima ante la soltura y resistencia de su adversario. Puede ser discutible si ganó o no, pero desde luego no perdió y eso para los populares es un éxito. Sánchez, que esperaba desarbolar al rival, tuvo problemas para dominar sus nervios, algo que quedó claro con sus interrupciones permanentes. Luego se entonó, pero sólo supo refugiarse en el recurso de identificar a PP con Vox, y declinó –una y otra vez–, mejor dicho rechazó, el pacto que le ofreció Feijóo de que gobierne la lista más votada, lo que denota que no cree que el PSOE logre más votos que el PP. Los detalles del debate, desde la economía a los asuntos sociales, no aportaron nada, por la bronca de la discusión y lo atropellado de los argumentos y en donde la verdad sufrió. William Penn (1644-1718), fundador de Filadelfia y a quien el Estado americano de Pensilvania le debe su nombre, decía que «en todos los debates, que la verdad sea tu objetivo, no la victoria o un interés injusto». Entonces, claro, no había televisiones en las que los aspirantes a gobernar se enzarzaban por un puñado enorme de votos indecisos, porque ayer los convencidos no cambiaron de opinión, aunque pueda resultar evidente que ayer alguien, sorprendido, pudo tomar «el lado equivocado de la discusión» como advertía Gracián.