Al portador

Sánchez gana en el choque de trenes

«Los socialistas incluso ven una oportunidad para utilizar a su favor el rechazo del Supremo a la amnistía a Puigdemont»

Bill Clinton, añorado por los Demócratas americanos, ahora en tiempos de Biden y Trump, defendía que «en tiempos difíciles, el conflicto constante puede ser una buena política, pero en el mundo real, la cooperación funciona mejor». Pedro Sánchez domina el conflicto, la bronca y los equilibrios al borde del abismo político. Sus asesores sucesivos, con Redondo a la cabeza, se han empapado de política USA y, sobre todo, del ascenso y permanencia en el poder de Clinton. La aplicación de la Ley de Amnistía, un despropósito para muchos, un regalo para «indepes» y el precio por estar en el Gobierno, ha provocado el mayor choque de trenes que se recuerda entre el poder judicial, el Tribunal Supremo en este caso, pero también otras instancias judiciales, y el poder legislativo. Los magistrados de la Sala Segunda, encabezados por Marchena, y con un solo voto en contra, descartan amnistiar del delito de malversación, entre otros a Puigdemont que, irritado, los llama «la toga nostra». Sánchez y el Gobierno están contrariados, pero hasta cierto punto y ya pergeñan cómo sacar partido a la situación.

La decisión del Supremo retrasa la aplicación de varios aspectos de la amnistía, pero no la desbarata. Puigdemont y compañía pueden quedar atrapados entre recursos y diferentes idas y venidas por diferentes tribunales, incluido el Constitucional y los europeos, hasta un año y medio más. Si Junts y ERC se quejan y alegan haber sido engañados, Sánchez y los socialistas argumentarán que lo han intentado todo, pero que al final no han podido. Y, para la propia clientela, dudosa ante la amnistía, el Gobierno esgrimirá el respeto a la supremacía absoluta del Estado de Derecho. En La Moncloa también maquinan cómo intentar calmar a los «indepes», con algo así como «¿qué os parece mejor, esto, un retraso incómodo, o el PP?». El Constitucional, en cualquier caso, avalará la Ley, aunque hay quien opina que Conde-Pumpido, que a pesar de todo teme por su prestigio jurídico y también está incómodo con el conflicto, podría dejar los recursos en un cajón una temporada. Puigdemont tendrá que esperar y Sánchez, que se ve ganador en el choque de trenes, parece confirmar que «el conflicto constante puede ser una buena política», como ya detectó Clinton.