Sin Perdón
Sánchez, el Trotamundos
El fervor de Sánchez recorriendo el mundo bien merecería un programa al estilo de «Pasapalabra» utilizando su figura
No hay día que encienda el televisor y no me encuentre a Sánchez pasando revista a una unidad militar que le rinde honores en algún país extranjero. Es difícil saber qué hace, porque la futura presidencia de turno de la UE es un cargo irrelevante, aunque le sirve de excusa para dar rienda suelta a su sueño juvenil de conocer todos los países del mundo. Espero que tenga un inmenso mapamundi en La Moncloa lleno de chinchetas de colores. Me recuerda a Chaplin sentado sobre la mesa de su despacho jugando con la bola del mundo. Desde luego, los álbumes de fotos que recopila harán las delicias, en el futuro, de sus nietos. Un edecán debe llevar los numerosos regalos que recibe: libros, estatuillas, banderas, cerámica... Nada valioso, pero rodeados del amor universal que genera su figura. No hay más que ver las multitudes que lo reciben al grito de «Presidente, Presidente», desconozco si se refieren a España o a la UE, y cómo millones de ellos levantan las manos con su retrato, como se hacía en Rusia con la foto del zar. Es un fervor casi religioso. Me gusta, porque nos retrotrae al antiguo vínculo divino del liderazgo.
Calviño debería crear una dirección general de merchandising (siento utilizar un anglicismo y espero que Muñoz Machado no me retire el saludo) al estilo de Harry Potter para comercializar los productos del líder. El carácter global de ese liderazgo explica que Xi Jinping tuviera necesidad de reunirse con él o que Zelenski lo vea como el gran pacificador. La propaganda de la izquierda política y mediática nos ofrece cumplida cuenta de cómo se suceden los éxitos en estos viajes oficiales. Los expresidentes estadounidenses entregan sus documentos a una biblioteca (library) que lleva su nombre y es administrada por la agencia federal «National Archives and Records Administration». Al igual que existe la «Barack Obama Presidential Library», espero que el Gobierno esté organizando algo similar para quien se merece convertirse en el primer español que recibe el Nobel de la Paz. El gran historiador Rafael Altamira estuvo a punto, pero murió estando nominado. El fervor de Sánchez recorriendo el mundo bien merecería un programa al estilo de «Pasapalabra» utilizando su figura y el país que tiene la suerte de ser visitado por él.
Francisco Marhuendaes catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE).
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