Apuntes

Sostiene Lobato

Si alguna vez hubo en España una máquina perfecta de fabricar «fascistas», fue el PSOE

El secretario general de los socialistas madrileños, Juan Lobato, sostiene que la ley de amnistía en ciernes va intuitivamente contra todo lo que nos define como sociedad y lo explica en el hecho de la legitimidad de las leyes que emanan del cuerpo social y en la correspondiente sanción de su incumplimiento. Pone algún ejemplo algo pedestre, como lo de saltarse el límite de velocidad, y habla, también, del proceso de interiorización del sistema de justicia, que se aprende desde la infancia, con las normas paternas, y a través de la vivencia formativa.

La argumentación, hay que decirlo, es impecable, pero, como buen socialista, Lobato se debe al partido y tiene de marca ese ADN que llevó a Prieto, Besteiro y Largo Caballero a despeñar la II República, cogiditos de la mano, mientras exponían sus discrepancias ideológicas y metodológicas con la mejor de las retóricas, cuando no a tiros. Como está todo contado por su propios protagonistas no merece la pena insistir en el asunto, pero sí me gustaría destacar una frase del argumentario de Lobato, la que dice «que son decisiones que tienen elementos positivos, pero también elementos negativos» y «como cualquier decisión política, los elementos negativos pesan. ¿Más o menos? Pues lo veremos». Lo cierto es que en se «veremos» se compendia en la práctica política del PSOE –el actual y el de toda la vida–, que sustituye el análisis sosegado de la realidad, la proyección a medio y largo plazo de las decisiones que se toman, por las necesidades inmediatas de tomar o mantenerse en el poder. Y, además, desde un voluntarismo que desprecia esa misma realidad sobre la que opera, pues, simplemente, excluye de la ecuación lo que contradice su discurso.

Si alguna vez hubo en España una máquina perfecta de fabricar «fascistas», no lo duden, fue el PSOE, el mismo que ahora da manotazos para no ahogarse, mientras se agarra a cualquier asidero o salvavidas dialéctico para justificar lo injustificable. Pues, como sostiene Lobato, la amnistía choca directamente contra lo que nos define como una sociedad de hombres libres e iguales, que basan la convivencia en el respeto a la Ley. Y en España, país de carceleros vocacionales, siempre que les toque a otros, el cuerpo legislativo, inabarcable, tiene parajes de extremada dureza, con multas y penas de prisión que harían estremecerse a un suizo y desde la concepción del ciudadano medio como un tipo inclinado al fraude por naturaleza, y si no que se lo pregunten a los celosos funcionarios de Hacienda. Y, claro, mientras el peso de la Ley y de las normas administrativas caen sobre las gentes del común a modo de alud de nieve, se establecen privilegios y exenciones para unos tipos que, cuando están al mando, son inmisericordes con aquellos ciudadanos que no tragan con sus designios, como ha podido comprobar la expedición europea a la zona cero de la imposición lingüística.

Pero Lobato está ahí, cómodo en el ya veremos, y haciendo cálculos sobre las consecuencias electorales para el socialismo madrileño de que el secretario general de su partido y presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se mantenga en el poder a costa de algo que va, conviene insistir en ello, intuitivamente contra lo que nos define como sociedad. Quiera Dios que los Lobatos del PSOE no acaben como Besteiro. Por el bien de todos los españoles.