Tribuna

El teléfono mágico

Nos estas vigilando por todos lados, de la universidad a los globos, has mentido al mundo con lo del Covid, cortas las libertades por internet y en la calle y alientas desde arriba un nacionalismo reivindicativo y rencoroso que es muy peligroso

Yo soy yo y mi circunstancia, nos dejó escrito nuestro gran filósofo Ortega y Gasset. Con ello quería señalar que la persona influye en su circunstancia, en su entorno. Y además, viceversa, como este entorno marca y restringe la conducta de los seres humanos. Es difícil concebir un entorno más complicado, más demandante, que los que envuelven al Sr. Biden, presidente de los divididos EEUU y al Sr Xi, presidente de la República Popular China y Secretario general de su omnímodo partido comunista. Las decisiones previas de sus equipos de gobierno con sus respectivas ideologías, lo que piensa la oposición (especialmente en América), las opiniones públicas mundial y doméstica y las percibidas amenazas procedentes de aquellos que hemos definido como nuestros adversarios potenciales, son algunos de los elementos que conforman los entornos entre los que Biden y Xi tienen que desenvolverse a diario, y decidir, con un grado de libertad bastante menor del que pueda parecerle a Ud., querido lector.

Les invito a que imaginemos juntos que pronto puede llegar a existir un teléfono, que aplicando algoritmos de Inteligencia Artificial, logre rebajar la presión del entorno propio y permita que dos personas, Joe Biden (B) y Xi Jinping (X) en nuestro caso, puedan comunicarse sin tanta restricción, sin tanta presión, como sienten ahora. Algo así como suprimir el ruido para que se pueda oír la música ¿Cómo podría desarrollarse la primera conversación por este teléfono mágico? Fantaseemos:

B: Buenas noches presidente, ¿podemos de alguna manera evitar una guerra entre nosotros? Pero tendrías que cambiar mucho, empezando por no ser compañero de viaje del desalmado Putin, que no respeta fronteras ni voluntades ajenas a la suya, lo que el día de pasado mañana también os puede afectar a vosotros.

X: Presidente, sois vosotros los que nos estáis intentando acorralar, frenar nuestro desarrollo económico y ocupar el lugar que nos corresponde en el mundo por nuestro tamaño y la laboriosidad de nuestra gente. Queremos fijar nuestras propias reglas de convivencia mundial –especialmente en nuestro Mar meridional– como en su día, vosotros fijasteis las vuestras en todas partes ¿Desde cuándo os interesa tanto Taiwán? Aceptasteis en su día la política de que existe una sola China aunque desde entonces os movéis con una ambigüedad notable con esta isla.

B: Os queremos frenar porque sois unos desagradecidos ya que desde 1978 –con tu antecesor Deng Xiaoping– os abrimos las fronteras comerciales e informativas con el resto del mundo. Pero os habéis dedicado a controlar todo desde Pekín sin jugar nunca limpio. Os habéis especializado en espiarnos y copiar –sin pagar nada– todo lo que inventamos, especialmente nuestros semiconductores y armamento. Y permíteme recordarte que nosotros tenemos muchos aliados que nos comprenden y ayudan mientras que vosotros solo tenéis en vuestro bando, deudores oprimidos como los del ”Belt&Road” o peligrosos elementos como Putin y el coreano Kim.

X: Pues yo te recuerdo que tienes tu nación dividida política y sociológicamente. Menudo resultado os está dando vuestra democracia. Tú no tienes oposición sino más bien adversarios políticos acérrimos que en lo único que coinciden contigo es en definirnos como el enemigo militar nº 1 de los EEUU. Yo en cambio, tengo mi enorme nación unida como una piña y con una infraestructura nueva, que para ti la quisieras.

B: Nos estas vigilando por todos lados, de la universidad a los globos, has mentido al mundo con lo del Covid, cortas las libertades por internet y en la calle y alientas desde arriba un nacionalismo reivindicativo y rencoroso que es muy peligroso y difícil de controlar. Te repito que como sigas centralizando tu país va a ser muy difícil comerciar contigo libremente. Las empresas deben negociar siempre con otras empresas, no con el Partido Comunista Chino.

X: Creo que nos hemos despachado a gusto en esta primera llamada. Está claro cuánto nos separa. Pero teniendo en cuenta nuestra interdependencia comercial y financiera actual, ¿merece todo esto una guerra mundial? ¿Podremos algún día llegar a un acuerdo que respete la grandeza del otro?

B: Si ambos tenemos suficiente flexibilidad pienso que podemos llegar a este acuerdo. Nosotros os dejaremos vivir con vuestra ideología si volvéis a comportaros como la potencia pacífica que históricamente habéis sido siempre. Competencia económica justa, sí; lucha armada, no. Habrá que darse prisa, porque yo voy a estar en el cargo un máximo de seis años; tú parece en cambio que vas para más largo. Pero posiblemente el iniciar el detalle de todo esto requerirá más de una llamada por este teléfono mágico tan majo.

X: Desde luego que liberarnos de nuestro entorno y evitar una tragedia va a requerir emplear muchas veces este tipo de invento. Pero hablando se entiende la gente. La gente que logra liberarse de sus ataduras.

B: Buenas noches presidente, que Dios te acompañe y duermas tranquilo.

X: No creo en Él. Mi religión es buscar honestamente lo mejor para mi pueblo. Buenos días para ti presidente. Ojalá acertemos.