El buen salvaje

Txapoteando

Lo quiera o no, Txapote concentra todo lo que no gusta de Sánchez y que él pensaba que no le pasaría factura. Los asesinos siempre vuelven

Cuando la gente toma un eslogan y lo hace suyo y lo pasa bien con él no hay nada que pueda hacerle frente. Sería como hacer callar a los que en su momento imitaban a Chiquito, «No puedo, no puedo, ¡te das cuen!», a pesar de que mayormente nos reíamos de lo mala que era la imitación. Por eso nos quedamos boquiabiertos ante el televisor cuando Pedro Sánchez sacó a debatir el «Que te vote Txapote». Los asesores de la Moncloa sabían que en los sanfermines era el grito de guerra, ya fueran, o no, votantes de Feijóo. Algún comunista habría. Algún abertzale. Sacar a pasear lo que el populacho ha elegido como tu sentencia no es muy inteligente. Cuando el motín de Esquilache el pueblo se levantó porque el marqués no quería que se vistiese determinados ropajes. La vestimenta tiktokera es Txapote. Muchos de los que brincan al son de la frase no saben a quién mató el terrorista y de dónde viene el chiste, así que intentar dialogar sobre el fondo de la cuestión, como exigen algunas víctimas del terrorismo, se antoja inútil, dicho con todos mis respetos.

Sánchez no lleva bien que se hagan chanzas con él, «¡el rey va desnudo!» porque cree que España está en deuda con él. La última broma fue decir que Feijóo miente. ¡El míster credibilidad dando lecciones a Conchita, la del polígrafo! Había quien no podía apartar la vista del estampado de los calcetines, del maquillaje en exceso tierras del Nilo, de alguien que viene de veranear, de la mandíbula tan cuadrada como tensa. Si el todavía presidente no entiende lo de «Que te vote Txapote» es que no entiende a España, una y trina. En vez de ofrecer una mueca de risa chulita, siguiendo la costumbre de la casa, pidió explicaciones, como si fuera Vinicius y oyera cánticos racistas de toda la derecha, tan malvada que solo desea meternos en un túnel del tiempo donde todo es posible, volver al siglo XX, ser analógicos de nuevo. Lo quiera o no, Txapote concentra todo lo que no gusta de Sánchez y que él pensaba que no le pasaría factura. Los asesinos siempre vuelven.