La situación
La utilidad de los partidos
«¿Son necesarios quince partidos para representar a los limitados votantes de extrema izquierda?»
Días después del 28M, la dirección de Ciudadanos terminó por asumir una realidad que se había evidenciado en procesos electorales anteriores: que los votantes ya no consideran que Ciudadanos sea un partido útil. En política resulta imprescindible que los electores vean a una fuerza política y a sus dirigentes como una herramienta eficaz para defender sus planteamientos y gestionarlos. Cuando esa imagen de eficiencia se reduce hasta desaparecer, el partido en cuestión tiene los días contados.
A lo largo de nuestras cuatro décadas de democracia, hemos visto jibarizarse a la UCD, al PCE, al CDS, o a UPyD. Ahora, a Ciudadanos. Y, según la tesis del PSOE, también a Podemos. Así lo ha establecido la vicepresidenta primera del Gobierno, Nadia Calviño, al asegurar que «los resultados del 28M reflejan la desaparición de Ciudadanos y de Podemos». Quizá el funeral por Podemos resulte algo prematuro, aunque sus dirigentes lleven tiempo en el empeño de autodestruirse. Pero la debacle electoral es una muestra innegable de que muchos de quienes votaron a Podemos en otro tiempo, ahora han llegado a la conclusión de que su utilidad es cosa del pasado. Y en política, o sirves o estorbas.
Esta realidad explica las tensiones cainitas que se viven en el sector populista de la izquierda, donde Yolanda Díaz tiene como objetivo rodearse de cualquiera, menos de quienes dirigen Podemos. Y ha reunido a quince partidos. ¿Son necesarios quince partidos para representar a los limitados votantes de extrema izquierda? O, ¿son necesarios quince partidos para que cada lidercillo tenga su cuota de protagonismo institucional (si es que lo consigue)?
El mito de los partidos cuya militancia cabe en un taxi es de largo recorrido. Y a la tradición de las escisiones, se une ahora la de cambiar a las cosas de nombre: el PCE se reinventó en Izquierda Unida, después surgió Podemos con sus múltiples confluencias, y ahora Movimiento Sumar rodeado de Más País, Compromís, Equo, Mareas y una larga nomenclatura para terminar en lo mismo, cuando la cuestión que realmente se debate es que quiero mandar yo y que no mandes tú. Como la vida misma.
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