El puntazo
Los viejos trenes de Puente
En la cuarta potencia de la Unión Europea no se debería tolerar una gestión de ineptitud oceánica.
Óscar Puente ha despachado su comparecencia en el Congreso sobre la crisis ferroviaria con un presunto cambio de guion. Si hasta la fecha el ministro se ha jactado de la etapa gloriosa del tren bajo el sanchismo, ha bajado unos tonos en la hipérbole y nos ha preparado para otros dos años de calamidades en el servicio. Lo ha compartido sin inmutarse y como si se tratara de una involución natural. Al parecer, este oscuro porvenir tiene su origen en la confluencia de trenes a estrenar con los obsoletos y, por lo visto, tal circunstancia es fatal. Como es marca de la casa, Puente se chotea de sus señorías y por extensión de los españoles cuya paciencia sacrifica en el altar de su incompetencia. Su testimonio en la Cámara ha coincidido con otro batacazo en la alta velocidad en Madrid por una caída de los servidores de Adif y no por locomotoras o vagones viejos. En la cuarta potencia de la Unión Europea no se debería tolerar una gestión de ineptitud oceánica.