Tecnología

Una pulsera de actividad ayudará a detectar de forma precoz el ictus

El dispositivo compara las variaciones en tensión arterial o movilidad y sus cambios con respecto a la situación de normalidad, lo que le sirve para identificar rápido el problema y alertar al sistema sanitario

Ictus
infografiaJosé Maluenda

El ictus, primera causa de muerte en mujeres y de discapacidad adquirida en el adulto en nuestro país, afecta a los vasos sanguíneos que irrigan sangre al cerebro, dejando secuelas en la mitad de las personas que lo sufren, y su prevalencia está directamente relacionada con la edad, afectando cada año a unas 120.000 personas en España. Por eso, ante estas cifras, el diseño de un prototipo de sistema para la detección temprana de ictus en pacientes con riesgo a padecer este accidente cerebrovascular supone todo un hito. Y es que, en el abordaje de esta enfermedad cerebrovascular, «el tiempo de intervención es, sencillamente, vital», asegura Javier Pardo, investigador del Instituto de Investigación Sanitaria de la Fundación Jiménez Díaz (IIS-FJD) y jefe del Servicio de Neurología de los hospitales universitarios Rey Juan Carlos de Móstoles, Infanta Elena de Valdemoro y el General de Villalba, todos ellos de Madrid.

El proyecto, desarrollado por el IIS-FJD, con el soporte del Departamento de Sistemas y TI de la Fundación Jiménez Díaz, dirigido por Pardo, y con la colaboración de la empresa tecnológica IOON Technologies, se basa en el diseño y creación de un dispositivo «wearable», en formato pulsera, con los sensores comerciales pertinentes para la detección temprana del ictus, apoyándose en la inteligencia artificial para la evaluación rápida del diagnóstico. Esto permite alertar en tiempo real al hospital sobre el estado del paciente en el momento del evento y optimizar el tiempo de intervención, y por lo tanto sus resultados.

«El objetivo de la pulsera no es otro que el de activar el ‘‘Código ictus’’ (procedimiento de actuación basado en el reconocimiento temprano de los síntomas de un ictus con el objetivo de trasladar a cada paciente al centro idóneo) lo más precozmente posible. La ventana terapéutica de la que se dispone es estrecha, de 4,5 horas para el tratamiento trombolítico. Cuanto más precoz se sea en aplicar el tratamiento, menor mortalidad y discapacidad asociada al ictus tendremos», explica Pardo.

Por eso, ante la aparición de cualquier síntoma o afectación sospechosa, especialmente en los ámbitos del lenguaje, el movimiento o el equilibrio, «es fundamental no ‘esperar a que se pase’, como sucede, lamentablemente, demasiado a menudo, sino ponerse en contacto con los servicios sanitarios, que confirmarán el diagnóstico y valorarán, en caso afirmativo, el tratamiento a administrar para lograr la mayor recuperación posible, no sólo vital, sino funcional.

«Con la pulsera lo que hemos intentado es medir algunas de las variables que rutinariamente el Summa (el Servicio de Emergencias madrileño) valora cuando atiende a un paciente con sospecha de ictus (lenguaje, tensión arterial y movilidad de extremidades). De tal manera que el dispositivo, creado por Ioon Technologies, detecta las variaciones con respecto a la situación de normalidad en las diferentes variables que previamente habían sido registradas en el momento de entrega de la pulsera al paciente en riesgo. Por medio de una serie de algoritmos construidos con inteligencia artificial cuando se detecte una variación anómala se activará una alerta que pondrá en marcha al equipo de intervención inmediata. Este es el plano teórico», continúa el neurólogo.

Disponible a final de año

El proyecto Optimización del Circuito Asistencial del Código Ictus –que es como se llama de forma oficial– ha finalizado ya su fase de desarrollo, y se encuentra actualmente en la etapa de recogida y análisis de los datos que demuestran su utilidad y eficacia para su intervención efectiva por parte de los servicios de Neurología, tal y como explica el neurólogo, que augura que su disponibilidad en la práctica clínica será una realidad a lo largo del presente año. «En el momento actual, disponemos de la pulsera que ya hemos comprobado que es capaz de detectar las variaciones en las variables y estamos en la fase de demostrar su utilidad clínica. A día de hoy no está disponible para la población y, por tanto, todavía no es comercializable», cuenta el doctor Pardo, quien subraya que, en cualquier caso, el dispositivo «en sí no tiene utilidad clínica si no hay “detrás” una organización sanitaria que dé respuesta asistencial a las alertas generadas».