Trastorno psicológico

Vigorexia, una obsesión desmedida por el “cuerpo perfecto”

La disforia muscular suele afectar a varones de entre 18 y 35 años

La vigorexia se da especialmente entre varones de 18 a 35 años
La vigorexia se da especialmente entre varones de 18 a 35 añosLa Razón

La obsesión por conseguir la perfección física puede desencadenar trastornos psicológicos y de alimentación con consecuencias muy graves. Este es el caso de la vigorexia, que es -en esencia- la obsesión enfermiza por ganar masa y definición muscular.

Sala de musculación del Centro de Alto Rendimiento Río Esgueva
Sala de musculación del Centro de Alto Rendimiento Río Esguevalarazon

Muchas personas dedican gran parte de su tiempo y de su energía a ir al gimnasio, a cuidar de su imagen y de su dieta, pero eso no significa necesariamente que estas personas sufran de vigorexia. El problema aparece cuando estos hábitos se convierten en compulsión. Cuando los objetivos que se ha marcado el afectado se anteponen a otros aspectos de su vida tan importantes como la salud o la vida privada.

Los afectados por la vigorexia (también llamada dismorfia muscular o complejo de Adonis), siempre ven su cuerpo poco desarrollado y enclenque, y para solucionarlo, se entregan compulsivamente al ejercicio de alta intensidad y a una dieta inflexible.

En consecuencia, los vigoréxicos son propensos a sufrir lesiones, desordenes alimentarios, un bajo rendimiento en el trabajo y, en ocasiones, aislamiento social. También son especialmente vulnerables al consumo de sustancias peligrosas (como los esteroides). Y además, la imposibilidad de conseguir unas metas físicas que son inalcanzables le causarán al afectado una gran frustración.

Al contrario que en otros trastornos psicológicos asociados a una imagen distorsionada del propio cuerpo (como la bulimia), en el caso de la vigorexia, el 75% de los afectados son varones; ya que son ellos los que sufren una mayor presión social por desarrollar un cuerpo musculoso. La gran mayoría son jóvenes de entre 18 y 35 años, con una baja autoestima y con una personalidad obsesiva.

Identificar la vigorexia

El ejercicio físico intenso genera una mayor liberación de endorfinas, que son un grupo de hormonas que producen sensación de felicidad y relajación. Por eso, es frecuente experimentar un subidón tras un esfuerzo físico intenso.

Pero estas endorfinas también pueden actuar como una droga y causar “adicción”. Es decir, que ante la imposibilidad de realizar ejercicio aparezca un síndrome de abstinencia que se refleje en ansiedad, irritabilidad o depresión.

Campeonato de culturismo en Kyrgyzstan. En la imagen, Aleksey Gornostayev y Kazakhstan Vitaly Kogyhov
Campeonato de culturismo en Kyrgyzstan. En la imagen, Aleksey Gornostayev y Kazakhstan Vitaly Kogyhovlarazon

Observar esta dependencia nos alertará de la existencia del trastorno.

Por ejemplo, si observamos comportamientos compulsivos como pesarse varias veces al día, medir continuamente el grosor de los músculos, obsesionarse con la cantidad de grasa corporal, desobediencia a las indicaciones médicas, y en general, estar dispuesto a cualquier sacrificio por potenciar físicamente el cuerpo, son síntomas claros de que el hábito se ha convertido en una obsesión.

Un examen psicológico realizado por un profesional de la salud corroborará que realmente existe un cuadro de vigorexia y nos dará una idea de hasta qué punto la enfermedad se ha vuelto de gravedad.

Tratamiento

El proceso se centrará fundamentalmente en el aspecto psicológico, en tratar de corregir la percepción distorsionada que el enfermo tiene de su propio cuerpo, para así modificar la conducta que se ha originado como consecuencia de ello.

Los profesionales de la salud también recomendarán el asesoramiento de un nutricionista, que se encargará de orientar al afectado sobre cómo modificar los hábitos nutricionales, para que estos sean más equilibrados y saludables.

Es aconsejable sustituir el ejercicio de gimnasio por la práctica de deportes de equipo. Esto no significa prescindir totalmente del gimnasio, pero debe ser siempre un añadido. En esencia, lo que se busca es darse permiso a fallar. Es la única forma de volver a disfrutar del deporte.

A la hora de plantearse una rutina de ejercicios o una dieta, es importante dejarse guiar por los profesionales en la materia. Ellos nos darán unas pautas saludables que se adecuarán al nivel de cada persona, evitando ejercicios que requieran sobreesfuerzos innecesarios, daños en las articulaciones o malas posturas.

También es importante hacer caso a los avisos que nos envía el cuerpo. Si existe dolor muscular, es porque el cuerpo te está poniendo en sobre aviso de que hay algo que no funciona.

Pero sobre todo, lo más importante es tener presente que hay otros elementos en los que podemos mejorar. Un físico atractivo no sustituye otros aspectos que también son muy importantes. Mejorar tu cultura o tus habilidades sociales puede ser mucho más gratificante y además, generar muchos más dividendos que un físico perfecto.