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Opinión

La adicción a internet

Los niños y adolescentes son siempre los más vulnerables a las adicciones

La adicción a internet perjudica la salud mental de los jóvenes larazon

Cada vez hay menos dudas sobre los efectos que está teniendo ese telefonito «inteligente», que llevamos prácticamente todos en el bolsillo, en nuestra mala salud mental, y que ya espanta a las cabezas pensantes desinteresadas. Según el Plan Nacional sobre drogas, la prevalencia del uso «problemático» de internet es de un 20 por ciento entre la población de 14 a 18 años. Los niños y adolescentes son siempre los más vulnerables a las adicciones, más aún cuando el uso de las redes y demás «maravillas» les va dejando aislados. Miles de amigos virtuales y más solitos que la una. Miles de amigos que, como ellos, están en un momento de rebeldía, de pensar que lo saben todo y que las fotos y vídeos que ven son verdad. Si para un mayor benévolo distinguir entre verdad y mentira es complicado, a un chavalito se le puede engañar, manipular e, incluso, destrozar con facilidad pasmosa. Pero es que las redes son escandalosamente adictivas. Hablo por experiencia. Entras y tienes el desahogo asegurado, la quimera de la compañía renovada, la ilusión de que tus opiniones son importantes. Sin embargo, de pronto, la vida real te llama y todo se apaga. Ya no eres nadie. ¿Qué hacer entonces? ¡Qué desasosiego para el almita de los muchachos! ¡Qué dolor y tristeza! Una tristeza que fácilmente puede convertirse en depresión, intentos de suicidio. Suicidio a secas.

Y sabiendo todo esto, los niños siguen con las tabletas electrónicas en los colegios y, cuando se ponen pesados en casa, el móvil parental en sus manos. Hasta las criaturas más tiernas prefieren jugar con la máquina que con el amiguito. Los veo. Y los padres consecuentes pugnan agotados contra una sociedad que prefiere no ver y que sea lo que Dios quiera. Pero no es Dios el que lo quiere, son los emperadores del dinerito los que están detrás de estos contextos dañinos que habitamos. Son solo algunos descalabrados mentales que perdieron el alma. ¡Opongámonos por los jóvenes de todos con la fuerza del amor que nos quede!