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Controversia

Ashwagandha: qué es verdad y qué no sobre la planta de moda para el estrés que divide a los expertos

Promete reducir la ansiedad y mejorar el sueño, pero ¿funciona? Revisamos las evidencias sobre sus beneficios, sus riesgos y la opinión de los especialistas

Algunos países europeos han puesto coto a su venta por los posibles efectos adversos Getty Images

La ashwagandha se ha convertido en el nuevo remedio de moda. En redes sociales abundan los testimonios que aseguran que esta planta ayurvédica reduce el estrés, mejora el sueño, potencia la libido y ayuda a ganar masa muscular. Pero, entre tanto entusiasmo viral, resulta esencial revisar la literatura científica y escuchar también a los expertos.

Lo cierto es que, hoy, numerosos profesionales de la salud reconocen que la ashwagandha puede aportar beneficios reales, pero insisten en que no es una solución universal ni apta para todas las personas. Aunque algunos estudios la relacionan con mejoras en el sueño, la ansiedad y los niveles de energía, su ingesta no está exenta de riesgos ni de efectos secundarios. Por eso, antes de incorporar esta planta milenaria a una rutina de salud, es fundamental conocer qué es y qué opinan los especialistas.

¿Qué es exactamente la ashwagandha?

La ashwagandha (Withania somnifera) es un arbusto originario de la India, África y el sudeste asiático. Su nombre en sánscrito significa "olor a caballo", en referencia al aroma de su raíz, que es la parte más utilizada en la medicina ayurvédica, donde se emplea desde hace más de 3.000 años.

Uno de sus reclamos más extendidos es su supuesto efecto para reducir la ansiedad. Al contener withanólidos, compuestos a los que se atribuyen sus propiedades adaptógenas, se dice que tiene capacidad para ayudar al organismo a gestionar situaciones de tensión física y emocional. Varios estudios han encontrado asociaciones entre el uso de ashwagandha y una reducción del estrés percibido, menor cortisol y un sueño de mayor calidad.

Incluso se está estudiando su posible papel en enfermedades neurodegenerativas. El doctor Muraleedharan G. Nair, de la Universidad Estatal de Michigan, descubrió en 2014 que ciertos compuestos presentes en la planta podrían actuar como antioxidantes capaces de neutralizar la proteína beta-amiloide, asociada al alzhéimer.

Los expertos indican qué personas no deben tomarla

Entre quienes han hablado recientemente sobre ella destaca el cardiólogo Aurelio Rojas, muy seguido en redes por su labor divulgativa. En uno de sus últimos vídeos afirma: "La ashwagandha reduce el estrés y la ansiedad, mejora la calidad del sueño, ayuda a controlar el cortisol, aumenta la energía y reduce la fatiga. No solo eso, sino que mejora la fertilidad masculina". Para Rojas, su efecto más evidente es el descanso nocturno: "La ashwagandha mejora la calidad del sueño", recalca.

Sin embargo, el propio cardiólogo matiza que no todo el mundo puede tomarla. Advierte de que deberían evitarla —o consultar antes con un médico— personas con hipertiroidismo, trastornos tiroideos autoinmunes, enfermedades hepáticas o renales, patologías autoinmunes, hipotensión, diabetes, tratamientos psiquiátricos, así como embarazadas, personas en lactancia o quienes tengan cirugías programadas en las siguientes dos semanas. También la desaconseja en alergia a solanáceas y en quienes usen ciertos fármacos que puedan interactuar con la planta.

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[[LINK:EXTERNO|||https://www.instagram.com/reel/DL5mm8PIlDq/?utm_source=ig_embed&utm_campaign=loading|||Una publicación compartida de Isabel Viña // Médico // Divulgadora (@isabelvina)]]

Sus palabras coinciden con la visión de la médica y divulgadora científica Isabel Viña Bas, quien también ha analizado a fondo los pros y contras de este suplemento. Viña subraya que, aunque la ashwagandha puede resultar útil en casos de ansiedad, insomnio o estrés, "no es para todo el mundo" y recuerda que no debería tratarse como un remedio milagroso: "Parece que ante cualquier problema, la respuesta sea ashwagandha. No es una solución universal".

La especialista incide en que los efectos secundarios existen, especialmente si se combinan varios suplementos que la contienen. Entre ellos menciona el malestar gastrointestinal, la somnolencia y un efecto menos conocido: la apatía emocional o "aplanamiento", un estado en el que la persona siente indiferencia hacia todo. "Es una señal de que algo no va bien", advierte. También señala que la ashwagandha puede agravar problemas hepáticos o desestabilizar el equilibrio tiroideo, pudiendo provocar incluso crisis tirotóxicas en personas con hipertiroidismo.

Estas advertencias no son aisladas. Algunos países europeos han empezado a tomar medidas: Dinamarca ha prohibido su venta por el riesgo de toxicidad hepática y efectos hormonales; Alemania y Francia recomiendan evitarla en embarazadas, niños y personas con enfermedades hepáticas, y Polonia ha limitado la dosis diaria a un máximo de 3 gramos.

Aun así, tanto Rojas como Viña coinciden en que la ashwagandha puede ser beneficiosa en personas adecuadas y con un uso responsable. Diversos estudios respaldan algunos de sus efectos, como la mejora del sueño, la reducción del estrés y ciertos beneficios cognitivos, pero como apoyo puntual y no como una "pócima milagrosa" que sustituya un tratamiento médico. Los expertos recuerdan que los resultados que, como cualquier suplemento, conviene informar siempre al profesional sanitario antes de tomarla, especialmente si se combinan medicamentos.