Higiene
La frecuencia ideal de ducha en mayores de 65 para cuidar la salud: ni una vez al día ni una vez a la semana
La higiene en la tercera edad no es solo cuestión de limpieza, sino parte de una rutina que influye en la salud e independencia
A partir de los 65 años la piel ya no responde igual que en la juventud. Se vuelve más fina, pierde parte de su elasticidad natural y produce menos aceites protectores.
Esa fragilidad hace que la rutina de higiene deba ajustarse, porque tanto el exceso como la falta de duchas puede tener consecuencias negativas. Lo fundamental está en encontrar un equilibrio que permita mantenerse limpio y cómodo sin debilitar la barrera cutánea que protege frente a irritaciones o infecciones.
La frecuencia adecuada para mantenerse sano
Diversas investigaciones dermatológicas apuntan a que lo más recomendable para los adultos mayores es ducharse cada dos o tres días. Esa regularidad mantiene bajo control el sudor, las bacterias y los olores, pero al mismo tiempo evita la sequedad extrema que aparece con duchas diarias.
En los días en que no se toma una ducha completa, es aconsejable realizar una higiene localizada en zonas como axilas, pies o genitales, lo que asegura frescura y protección sin necesidad de agredir la piel.
Los riesgos de la ducha diaria
Ducharse todos los días puede parecer una costumbre saludable, pero en personas mayores suele ser contraproducente. El agua caliente y los jabones tradicionales eliminan el manto lipídico que mantiene la humedad, favoreciendo la descamación y el picor.
Además, una piel debilitada se vuelve más susceptible a pequeñas lesiones que abren la puerta a infecciones. Esto no significa que la higiene diaria esté prohibida, sino que debe adaptarse, duchas breves, con agua templada y productos suaves que respeten el pH cutáneo.
Las consecuencias de no higienizarse con regularidad
El extremo contrario también plantea problemas. Dejar pasar más de una semana entre una ducha y otra incrementa el riesgo de infecciones cutáneas, hongos y mal olor, además de afectar a la autoestima y la vida social.
Una higiene insuficiente en edades avanzadas no solo compromete la piel, también puede tener un impacto directo en la salud mental, ya que la sensación de limpieza está estrechamente vinculada con la confianza personal y el bienestar emocional.
Cómo hacer que la ducha sea segura y beneficiosa
Más allá de la frecuencia, es importante cuidar las condiciones del baño. Lo recomendable es que el agua sea tibia, que la duración no supere los diez minutos y que se aplique una crema hidratante inmediatamente después para sellar la humedad.
En los hogares donde la movilidad está reducida, instalar barras de apoyo y alfombrillas antideslizantes aporta seguridad y permite que la higiene siga siendo un momento de autonomía en lugar de una fuente de riesgo.
La higiene en la tercera edad no debe entenderse solo como una cuestión de limpieza, sino como parte de una rutina que influye en la salud, la dignidad y la independencia.
Ducharse cada dos o tres días parece ser el punto de equilibrio que mejor responde a las necesidades del cuerpo a partir de los 65, evitando tanto la sequedad asociada al exceso como las complicaciones derivadas de la falta de cuidados.