Entrevista

Carlos Guijarro: «Hay que redoblar los esfuerzos en prevenir el riesgo cardiovascular»

Entrevista al doctor Carlos Guijarro, presidente de la Sociedad Española de Arteriosclerosis

Carlos Guijarro
Carlos GuijarroARCHIVOLA RAZÓN

Médico internista del Hospital Universitario Fundación Alcorcón y profesor titular de la Universidad Rey Juan Carlos, Carlos Guijarro preside la Sociedad Española Arteriosclerosis en un momento clave para el mundo de la dislipemia, con grandes novedades terapéuticas, pero también con una importante concienciación sobre la necesidad de actuar al unísono en el abordaje de las enfermedades cardiovasculares (ECV).

Las ECV siguen siendo la primera causa de muerte en el mundo. ¿En qué estamos fallando?

Es un problema de salud global y hay muchos puntos de confluencia. Por un lado, el sedentarismo y la obesidad; por otro, que no ponemos los remedios terapéuticos disponibles con suficiente intensidad y, en tercer lugar, porque el seguimiento no es tan estrecho como debería y algunos pacientes abandonan el tratamiento por una mala prensa que sobredimensiona efectos secundarios menores frente a beneficios clínicos importantes a medio-largo plazo.

En 2022 Sanidad, CCAA, profesionales sanitarios, gestores de salud y pacientes elaboraron la Estrategia de Salud Cardiovascular. ¿Cómo va?

La estrategia requiere años de implantación para ser eficaz y no ha alcanzado todos los objetivos deseables. Falta comunicación efectiva entre los niveles sanitarios. Si cualquier médico identifica un paciente con alto riesgo cardiovascular habría que garantizar su control y acceso a fármacos, a tratamientos preventivos, etc. Un elemento clave es que no solo tenemos una estrategia nacional, sino que las guías y protocolos cada vez están más respaldadas por consensos de sociedades científicas a nivel europeo.

Para impulsar una llamada a la acción de las ECV en España, la iniciativa Pulso Vital presentó su informe de recomendaciones en el Congreso de los Diputados hace unas semanas. ¿Qué líneas maestras destacaría?

Es una iniciativa clave porque la sociedad civil y los profesionales de salud van de la mano para insistir a los representantes de los ciudadanos sobre la necesidad de protocolos de actuación compartidos.

¿Qué es lo más urgente?

Hay dos elementos prioritarios: la identificación de protocolos de acción homogéneos en toda la geografía nacional y que exista una convergencia en la gestión de la información sanitaria para que, aunque sean heterogéneos en cada autonomía, los pacientes tengan indicadores comunes. La situación actual nos muestra graves deficiencias en el control de múltiples factores de riesgo cardiovascular.

¿Qué avances en positivo se han logrado recientemente?

Disponemos de una ampliación del arsenal terapéutico para tratar a personas de alto riesgo vascular con hipertrigliceridemia y para los cuales no teníamos nada específico, nuevos tratamientos para intolerantes a estatina y también ha llegado un fármaco capaz de reciclar el receptor del colesterol LDL en el hígado, logrando reducciones importantes y sostenidas del colesterol LDL. Todos estos avances ofrecen mejorar el control y una perspectiva muy esperanzadora para la dislipemia.

El mayor factor de riesgo de una ECV es haber sufrido un evento previo. ¿Qué hay que hacer para que no vuelva a suceder?

El riesgo es muy alto y lo peor es que quiere decir que ya hemos llegado tarde. En estos pacientes el esfuerzo terapéutico debe ser intenso. Tras un primer episodio debemos mejorar la comunicación entre el especialista y la atención primaria con protocolos efectivos y crear conciencia en los pacientes para evitar que una proporción importante de ellos abandone el tratamiento al año.

¿Qué habría que mejorar en los protocolos de seguimiento?

La rehabilitación cardiaca y unidades coordinadas de riesgo vascular pueden marcar diferencias importantes. Además, habría que tener protocolos y mecanismos de comunicación rápida entre especialistas hospitalarios y atención primaria. Sin olvidar la escasez de médicos de familia, lo que les impide realizar un seguimiento de estos pacientes crónicos.

¿Se logra la equidad en el abordaje de estas patologías?

Hay un gran desequilibrio entre el grado de control de factores de riesgo cardiovascular que se realiza en las diferentes autonomías y eso es injustificable. Es necesario abordar elementos de discriminación y falta de equidad en el acceso a determinados tratamientos. Hay una particular «discriminación institucional» hacia fármacos dirigidos a las alteraciones del metabolismo lipídico. Paradójicamente han demostrado eficacia y seguridad en la reducción de complicaciones cardiovasculares tomados de forma regular, pero no han recibido el beneficio histórico de ser considerados medicación crónica con una aportación económica más reducida para los pacientes de alto riesgo que deben tomarlo de modo indefinido. Esto podría marcar una diferencia sustancial a la hora de favorecer la continuidad del tratamiento en pacientes de alto riesgo, en especial poblaciones vulnerables con escasos recursos económicos.

¿Qué peaje pagamos por ello?

Restringir algunos tratamientos preventivos conduce en ocasiones a una complicación más grave, cuando ya hay que sacar la «artillería pesada», mucho más costosa. Debemos redoblar los esfuerzos en prevención con una valoración integral del riesgo cardiovascular.

Hacemos revisiones anuales para descartar el inicio de ciertas patologías. ¿Sería recomendable hacerlo en la ECV?

Existen múltiples herramientas para detectar la presencia de lesión vascular subclínica, pero emplearlo en la población general sería difícil de implementar. Sin embargo, es importante establecer programas de riesgo cardiovascular a partir de los 40-45 años y siempre de modo oportunista en los más jóvenes que presenten algún factor de riesgo (hipertensión, diabetes, tabaquismo, obesidad, historia familiar...). Si lo queremos hacer bien, eso exige una valoración completa y la toma de medidas preventivas para reducir el riesgo a medio y largo plazo.