
Alimentación
¿Qué hay que comer antes y después de ponerse una vacuna? Así influye la dieta en la inmunidad
Una alimentación adecuada mejora la eficacia de la respuesta inmune que genera el organismo tras recibir una vacuna

La vacunación es una de las medidas sanitarias más eficaces para prevenir ciertas enfermedades, pero sobre todo, para mantener un estado de salud óptimo. Y en esa tesitura, la dieta se convierte en un ingrediente fundamental para mejorar la inmunidad, ya que «una alimentación adecuada puede mejorar la eficacia de la respuesta inmune que genera el cuerpo tras una vacuna», asegura Susana Monereo, jefa de servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Ruber Internacional.
En concreto, «una dieta rica en minerales y vitaminas, que podemos encontrar en alimentos tan sencillos como los frutos secos o el kéfir, benefician nuestro sistema inmune y, a su vez, mejoran la respuesta ante posibles efectos secundarios», asegura Lucía Redondo, doctora en Ciencias y dietista-nutricionista del Hospital La Salud de Valencia.
En concreto, tal y como detalla la doctora Monereo, «hay ciertos nutrientes que son fundamentales para que nuestras defensas funcionen correctamente. Hablamos de vitaminas A, C, D y E, minerales como zinc y selenio y ácidos grasos como el omega 3. Por ejemplo, la vitamina C, presente en cítricos, kiwi, pimientos y fresas, estimula la producción de glóbulos blancos, mientras que la vitamina D, que obtenemos del sol y de alimentos como pescados grasos o huevos, regula la respuesta inmune y su déficit se ha asociado con una menor eficacia de algunas vacunas».
Por su parte, el zinc, presente en carnes magras, mariscos, semillas y legumbres, también es crucial para la maduración de las células inmunes. Y lo mismo ocurre con el selenio, que encontramos en nueces de Brasil, pescado y cereales integrales. Estos minerales ayudan a que el cuerpo tenga una respuesta inmunológica más eficaz y controlada».
En este contexto, las investigadoras del Consejo Superior de Investigaciones Científicas Ascensión Marcos, Sonia Gómez-Martínez y Ligia Esperanza llevan años trabajando en este terreno, tal y como publicaron en su libro «Inmunonutrición», una obra que aborda el conocimiento actual de esta relación entre dieta y defensas. En su opinión, «la dieta puede ayudar a prevenir tanto patologías infecciosas como otras en las que subyacen procesos inflamatorios como la obesidad, la diabetes tipo 2 o enfermedades cardiovasculares, neurodegenerativas o autoinmunes».
Frenar los efectos secundarios
Además, los ácidos grasos omega 3, como los que contienen el salmón, las sardinas, el atún, las semillas de chía y linaza o las nueces, tienen un potente efecto antiinflamatorio. «Esto es muy importante porque, como la respuesta inmune genera inevitablemente un cierto grado de inflamación, el omega 3 ayuda a modularla para que sea la justa y necesaria, sin excesos que puedan causar molestias o interferir con la eficacia de la vacuna», detalla Monereo.
Por otro lado, se ha visto que alimentos con propiedades prebióticas y probióticas, como el yogur natural, el kéfir, o los plátanos, también fortalecen el sistema inmune a través del equilibrio de la microbiota intestinal. «El intestino no solo digiere los alimentos, sino que también es una pieza clave del sistema inmunológico, por eso resulta imprescindible no tomar alimentos ultraprocesados, ya que alteran la microbiota», advierte Redondo.
En resumen, una dieta rica en frutas, verduras, grasas saludables, proteínas de calidad y alimentos fermentados puede «preparar el terreno» para que el cuerpo responda mejor a la vacuna y se recupere más rápidamente. Por ello, Redondo sí aconseja preparar el cuerpo para recibir una vacuna y «aumentar la ingesta de alimentos fermentados, o si se prefiere tomar probióticos, desde unas tres semanas antes de la vacunación y también posteriormente, pues eso nos aportará microbios saludables que nos harán más fuertes para tener menos secuelas».
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