Ejercicio
¿Subes en ascensor a casa cuando vuelves de entrenar en el gimnasio? La ciencia explica el porqué
La práctica de ejercicio intenso hace que seamos menos activos en la vida cotidiana, lo que puede frenar la pérdida de peso
Si practicas ejercicio físico de modo estructurado (como sesiones de entrenamiento en el gimnasio o correr, entre otras) seguro que has experimentado la sensación de que, el resto el día, estás menos dispuesto a realizar actividades cotidianas que demandan un mínimo de esfuerzo, como subir las escaleras, ir andando a la compra, sacar a pasear al perro o incluso recoger o limpiar la casa. La ciencia explica este comportamiento por una especie de efecto compensatorio: tu cuerpo siente que puede permitirse estar más inactivo porque ya se ha ejercitado.
Sin embargo, se sabe que el desempeño de estas actividades diarias, que hacemos casi de un modo mecánico, no sólo es muy beneficioso, sino que además es clave para mantener el equilibrio entre la cantidad de energía que consumimos y la cantidad que gastamos. Por ello, muchas personas que intentan perder peso fracasan en su objetivo cuando se dejan llevar por este "efecto recompensa" a la práctica de ejercicio reglado.
Esto es precisamente lo que muestran los resultados de un metaestudio de la Universidad de Copenhague (Dinamarca), que analizó 24 trabajos de investigación que describen los niveles de actividad física diaria de las personas antes y durante las intervenciones con varios programas de ejercicio estructurados. "En el 67% de los estudios, pudimos ver que las personas reducen la actividad física en su vida diaria como compensación por más entrenamiento. Esto incluye caminar menos, andar menos en bicicleta y tomar el ascensor en lugar de las escaleras", afirmó Julie Marvel, estudiante de posgrado en el Departamento de Nutrición, Ejercicio y Deportes de la Universidad de Copenhague, según recoge Ep.
El nivel de actividad física regular parece desempeñar un papel importante en si una persona pierde peso con éxito o no. "Sorprendentemente y contrariamente a lo que mucha gente piensa, no solemos aumentar la cantidad de alimentos que ingerimos al comenzar el entrenamiento físico, lo que sugiere que debemos estar disminuyendo la actividad física sin ejercicio, que se refiere a todas las actividades físicas que realizamos en la vida diaria aparte del ejercicio estructurado", explicó la autora principal del estudio.
De hecho, uno de los estudios analizados en el trabajo, publicado en la revista Current Nutrition Reports, concluyó que esta disminución hizo que los sujetos perdieran un 22% menos de peso de lo esperado en su programa de entrenamiento físico. "La compensación puede venir simplemente de sentirnos más cansados después de una sesión de entrenamiento en el gimnasio. Pero probablemente también hay un factor psicológico en juego, que es una especie de sistema de recompensa que se activa y nos hace pensar que merecemos tumbarnos en el sofá, y evitar los largos paseos con el perro o ir al supermercado en coche en lugar de ir en bicicleta", destacó la investigadora.
También comemos más
Otro aspecto sobre el que se ha investigado mucho es si la práctica de ejercicio regulada y frecuente nos lleva a comer más. Desde el punto de vista fisiológico parece lógico que se pueda sentir más hambre cuanto más intensa es la actividad física que se practica, pero también aquí parece haber un efecto compensatorio con un componente psicológico: creemos que nos lo podemos permitir. "Actualmente, los programas de pérdida de peso que implican ejercicio siempre afirman que los participantes deben tener cuidado de no comer más y mantener la actividad cotidiana, y no vaguear tras la práctica deportiva", afirmó Marvel.
"El número de personas con sobrepeso crece constantemente. Por lo tanto, es importante analizar qué podemos hacer para facilitar un equilibrio energético neto mediante el cual la cantidad de energía que una persona consume no sea mayor que la cantidad de energía que gasta", añadió.
Por último, aunque los investigadores no encontraron diferencias entre la respuesta de hombres y mujeres ante este efecto compensatorio, ni tampoco entre quienes tenían sobrepeso o estaban en un rango de peso saludable, si se vio una reducción del efecto compensatorio en quienes se divertían y disfrutaban practicando ejercicio frente a los que lo hacían como una "obligación".
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