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Opinión

La vuelta de vacaciones y la alimentación

En muchos casos los cambios radicales de estilo de vida solamente llevan a la frustración y al desapego de hábitos realmente saludables

Es mejor mantener un patrón de alimentación adecuado con transgresiones puntuales que un patrón de alimentación inadecuado de forma habitual FREEPIKLA RAZÓN

Las vacaciones de verano han llegado a su fin. Se da por terminado el período por excelencia de reuniones familiares y festejos y, al igual que ocurre en enero, después de las festividades de Navidad, la gente se llena de nuevos propósitos para realizar cambios en su estilo de vida, especialmente en la alimentación y el ejercicio físico.

Muchas personas se lanzan a cambios poco sostenibles e incluso perniciosos para su salud sin considerar que, antes de iniciar una propuesta higiénico-dietética, lo primero y muy importante es evaluar la necesidad y la motivación de esta.

En muchas ocasiones existe confusión entre el concepto de salud y el de imagen personal, y muchas veces estos cambios son más fáciles de lo que parece. Eso sí, es fundamental la individualización de cada caso y sobre todo sostener en el tiempo los nuevos hábitos.

Existen múltiples modelos de alimentación con nombres de fruta exótica y también ayunos indiscriminados que han mostrado su baja tasa de éxito a la hora de mejorar la calidad de vida de las personas. Igualmente, los inicios abruptos en el gimnasio o en actividades deportivas, sin una guía adecuada, tampoco suelen ser exitosos, causan numerosas lesiones y tienen un índice altísimo de abandono prematuro entre principiantes que se aventuraron con actividades demasiado exigentes. En muchos casos los cambios radicales de estilo de vida solo llevan a la frustración y al desapego de hábitos realmente saludables.

Los cambios tras el verano se deben hacer de forma analítica y estructurada. En primer lugar, hay que valorar si se puede acceder a un profesional de la nutrición o de la actividad física; alguien capaz de individualizar estos cambios e implantarlos de forma progresiva.

Si ello no es posible, se deben tener en cuenta algunos consejos que podrían resultar útiles: seguir un sistema alimentario como el que recomienda la dieta mediterránea, aunque existen otros patrones totalmente válidos, obviamente con los matices individuales de cada persona y realizando las modificaciones de forma gradual.

Las ventajas de la dieta mediterránea son múltiples: es variada, rica en ácidos grasos saludables, es baja en grasas saturadas, aporta proteína de buena calidad a partir del pescado y también fibra a partir de frutas, legumbres y verduras. Este modelo dietético también tiene un adecuado aporte de antioxidantes como los provenientes de los vegetales y, por supuesto, también del aceite de oliva, rico en vitamina E y polifenoles.

Los productos procesados quedarían excluidos de una dieta mediterránea convencional. No obstante, es mejor mantener un patrón de alimentación adecuado con transgresiones puntuales que un patrón de alimentación inadecuado de forma habitual.

Es muy importante gestionar los cambios para convertirlos en duraderos en el tiempo. Para ello resulta muy útil contar una planificación o un diario de comidas, sobre todo a la hora de integrar de forma paulatina los nuevos hábitos. Se debe normalizar el aspecto social de la alimentación. Los estándares presentes en los libros no tienen que ser un dogma a seguir porque las festividades están integradas en la cultura y a ellas se asocia el consumo de distintos alimentos como los dulces, los postres o los procesados si su consumo continúa siendo ocasional.

Para las personas que deseen mejorar su alimentación en cualquier momento del año se recomienda realizar un análisis sosegado, con registros 24 horas de sus comidas a lo largo de un período de tiempo, una semana, por ejemplo; después evaluar su similitud con las recomendaciones de la dieta mediterránea y comenzar a establecer modificaciones. Por supuesto, el modelo dietético resultante no ha de ser idéntico al reportado en las guías, sino que puede tener variaciones interpersonales.

Otro consejo práctico para una modificación segura de la alimentación es basarla en productos frescos o mínimamente procesados, el consumo de verduras, legumbres, y frutas, además de proteína de buena calidad como la del huevo y el pescado. En el caso de la bebida, el agua debe ser el producto más empleado y debería desplazar a otras opciones.

En conclusión, la vuelta de las vacaciones debe tomarse con calma, planteando objetivos nutricionales sostenibles y siguiendo recomendaciones respaldadas por la ciencia. Porque los cambios en los estilos de vida siempre son a largo plazo.

Anxo Carreira es profesor de nutrición en la Universidad Carlemany, en Andorra