Clima
La vergonzante huella de carbono de la “Green Divine”
las lecciones «eco» de Alejandro Sanz en la Cop25 han desatado la ira de los ciudadanos ante la doble moral de los famosos que presumen de ser ejemplo de compromiso medioambiental y después derrochan y contaminan con sus yates y aviones privados. La lista es larga y sus emisiones, monumentales
Vergüenza torera es lo que le falta a quien sube a una tarima para insultar en nombre del planeta cuando sus pasos van dejando la huella indeleble de toda una vida de libertinaje climático. A Javier Bardem no le duelen prendas las colillas que consumió, los kilómetros recorridos en uno de los todoterrenos más contaminantes del mundo o sus viajes en jet privado. Lo que toca es colgarse la etiqueta eco y dejarse ver con ella en la COP25, la Cumbre del Clima que acaba de celebrarse en Madrid. A la performance se ha sumado Alejandro Sanz, apelando a la unión de los pueblos contra la emisión de gases contaminantes y comprometiéndose a mitigar las emisiones de CO2 en sus conciertos. «Todos somos culpables y todos somos parte de la solución», recalcó en su discurso. Inmediatamente alguien rescató un vídeo del cantante en un yate privado e imágenes de su lujosa vida poco purificante. Varios días después, las redes no dejan de echar humaredas de incredulidad e indignación ciudadana: «ecologistas de pacotilla», «hipócritas y comunistas adinerados», «pura farsa». ¿Con qué autoridad pueden pedir sacrificios y defender el bien común cuando son incapaces de encajar su estilo de vida en un planeta que tiene los recursos cada vez más limitados? ¿Su discurso es solo oportunismo o tiene realmente impacto? Trasladamos la pregunta a varios expertos. Empezando por la psicología social y el posible efecto contagio, el psicólogo Iván Pico reclama honestidad. «Estas personas, que son influyentes, deberían saber que lo son para lo bueno y para lo malo y predicar con el ejemplo». Admite que es complicado cumplir ciegamente con todo aquello que uno cree conveniente, pero deberían comunicarlo de manera abierta. «Admitirlo sería lo más responsable y, a su vez, ayudaría a los demás a intentar evitar esos errores de manera sincera». Pico achaca este fenómeno a que cada vez está mejor valorado que un artista o una marca se muestren concienciados con todos aquellos aspectos relacionados con el cambio climático o con los derechos humanos. «Las personas que ven esos comportamientos de personas influyentes verán que ellos mismos, aunque sea a menor escala, pueden copiarlos. Cada uno en el nivel que es capaz de hacerlo». Por eso dice que el influjo social de estos famosos es muy importante. «Su conducta facilitará el contagio y, al mismo tiempo, ese contagio se verá reforzado por el principio de simpatía que tienen los seguidores hacia sus ídolos. Esto magnifica todo lo que hacen». La iniciativa de Alejandro Sanz podría ser una consecuencia de ese efecto de imitación social después de que otros grupos de música muy importantes, como Coldplay, anunciasen también que no harán giras hasta que no consigan reducir sus emisiones durante los eventos musicales. «Es un efecto en cadena y seguro que más artistas empezarán a tomar conciencia», asegura Pico. Desde Greenpeace, Edurne Rubio, directora de Engagement, declara a LA RAZÓN que no se trata de ser jueces de quién lo hace bien o mal, sino quién quiere contribuir al cambio necesario para revertir la situación de emergencia climática. «La difusión de mensajes urgentes por parte de las personas con gran influencia en la sociedad y en los medios sensibilizan a las audiencias masivas y también en sus propias vidas». Manu San Félix, biólogo marino y uno de los científicos que mejor conocen el estado del planeta y la urgencia del cambio en nuestras actitudes, cree que precisamente es a estos personajes célebres a quien primero hay que involucrar en esta cruzada. «Que se lo crean y que cambiemos todos. Conozco alguna empresa que se ha unido por temas de marketing a la causa medioambiental y, después de hacerlo, se han dado cuenta de que deben empezar por ellos mismos y ser íntegros», dice.
Vida a todo tren
¿Cabría esperar lo mismo de personas como Penélope Cruz, que se une a las protestas aplicando el mismo apasionamiento para reclamar taxis ecológicos en Nueva York que como imagen publicitaria de cruceros? Este transporte contamina más que todos los coches de Europa, según un informe de la Federación Europea Transport & Environment. Son ciudades flotantes impulsadas por el combustible más sucio posible, ha concluido esta organización que trabaja desde hace tres décadas promoviendo el transporte sostenible en Europa. «Las emisiones de gases tóxicos que generan los cruceros forman aerosoles de sulfato (SO4) que ponen en riesgo la salud humana y contribuyen a la acidificación del medio ambiente terrestre y acuático». Y pone el ejemplo de Palma. Los cruceros que llegaron en 2017 emitieron casi diez veces más de óxidos de azufre que todos los coches de la ciudad. En Barcelona, cinco veces más. San Félix reconoce que revisar cómo llevamos cada uno nuestra vida e intentar ser impecables no es nada fácil. «No me gusta juzgar a los demás, en primer lugar, porque veo que yo mismo soy imperfecto. Para ese cambio necesario todos tenemos que darnos un plazo: los gobiernos, las empresas y las personas. Pero tenemos que ponernos ya. Si antes de empezar excluimos a las empresas o personas más contaminantes, entonces fracasaremos». Mientras, al ciudadano no le valen las consignas cargadas de buenas intenciones si quienes las airean impregnan la atmósfera con más CO2, eso sí, con categoría VIP. La voz de los expertos que justifican la presencia de famosos en esta contienda es válida, pero también lo es la sabiduría de los ciudadanos cuando exigen coherencia. «La misma Greta podría haber optado por la videoconferencia como alternativa», repiten en las redes.
Lo que no pueden entender es que Jonnny Depp abandere el activismo siendo propietario de una isla privada de 35 acres, por mucho que la llene de paneles solares. O que George Clooney, tan preocupado por el deshielo del Ártico, ejerza de anfitrión de lujo durante las vacaciones por Europa del matrimonio Obama, con jet privado, extraordinario despliegue de seguridad, una gran furgoneta solo para cargar con el equipaje y un helicóptero de la policía para escoltar su traslado a Villa Oleandra, su lujosa mansión a orillas del Lago Como. ¿Hay gesto que compense después esta huella? ¿Sirve al menos para remover conciencias? La modelo Bella Hadid, consciente de lo que contaminan sus frecuentes desplazamientos, ha anunciado en su cuenta de Instagram que plantará 600 árboles para compensar su huella ecológica. Sin embargo, esta estrategia compensatoria empieza a ser equivocada, según el Instituto de Investigación del Impacto Climático de Potsdam. Con tan altas concentraciones de CO2 en la atmósfera, el tamaño de las plantaciones para absorberlo tendría que ser tan grande que eliminarían un tercio de los ecosistemas y desaparecería una cuarta parte de las extensiones agrícolas dedicadas al cultivo. Jorge Arriba, director de la consultora Ecoemprende, discrepa y asegura que la plantación de árboles siempre será bienvenida. En su opinión, la amenaza es urgente y hay que pensar que cualquier estrategia por despertar la conciencia o actuar de forma sostenible será beneficiosa. Pero habrá que valorar, como advierte Pico, si las propuestas o intenciones son razonables. Volviendo a Alejandro Sanz, ¿existen conciertos sostenibles o se puede quedar en pura demagogia? La primera pista la arroja un estudio británico de Julie’ s Bicycle que estudió el comportamiento del consumidor en los festivales: tres cuartas partes se desplaza en coche privado (la mayoría con dos o menos ocupantes). Luego está el consumo de energía por la luz, iluminación y sonido.
Ropa no ecológica en la alfombra roja
La empresa Sostenibilidad a Medida ha lanzado en la localidad de Rota el Brota Festival, un evento musical que minimiza el impacto negativo ambiental. Su proyecto incluye un plan de recogida selectiva de basuras, minimización del uso de agua y electricidad y eficiencia en todo el proceso, desde el montaje hasta el final del desmontaje. Promueve el uso de transporte colectivo, autobuses lanzadera y plataformas para organizar los viajes en coche de manera que ningún asiento quede libre. Su conclusión es que hay un modo de celebrar conciertos con una mínima emisión de gases de efecto invernadero. La amenaza más urgente a la que se enfrenta el ser humano es su propia hipocresía. Emma Watson pregona la importancia de vestir prendas ecológicas y sensibles con el medio ambiente, pero hace solo unos días la vimos espectacular en la promoción de «Mujercitas» luciendo un diseño de Balenciaga, con raso, tul y terciopelo. De ironías como la de Leonardo di Caprio, que en 2016 hizo 13.000 kilómetros en jet privado para recoger un premio medioambiental, están cansados los ciudadanos. Bien dice este actor que «el cambio climático es real, está ocurriendo ahora mismo».
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