Caza

¿Es posible cazar sin perro?

Son muchos los cazadores que no cuentan con la compañía de un perro en sus jornadas de caza. Os enseñamos cómo es este tipo de caza y cómo sacarle el máximo partido.

La señalización y vallado de los cotos de caza es un gasto importante dentro de su mantenimiento.
La señalización y vallado de los cotos de caza es un gasto importante dentro de su mantenimiento.Sergio GómezLa Razón

Hoy en día, dar caza a la codorniz, bajar una perdiz o caminar tras conejos y liebres sin la ayuda de un perro parece algo realmente dificultoso y para muchos cazadores impensable. Los cánidos han acompañado al hombre desde sus albores ofreciendo su compañía pero sobre todo su trabajo para dar caza a los animales. No obstante, en el mundo desarrollado en el que vivimos actualmente son muchos los cazadores que viviendo en las grandes urbes no pueden permitirse tener un perro por lo que la caza se torna totalmente distinta. No nos olvidemos que la caza al rececho es una de las modalidades más deportivas y ancestrales de la caza y se practica sin la ayuda de perro alguno. También en los aguardos o esperas se disfrutan grandes lances sin la ayuda de los canes, pero nos vamos a centrar en la modalidad de caza más practicada, la caza en mano o al salto.

Cazar en solitario exige del cazador poner a trabajar más que nunca los cinco sentidos. Es indiscutible que el ser humano no tiene el olfato del perro, pero la experiencia ganada de anteriores cacerías unidas a la inteligencia hará disfrutar al cazador de lances increíbles.

Pero no todo son desventajas en este tipo de caza. Al cazar sin perro se puede disparar con mayor tranquilidad y sin el miedo o la precaución de no poder hacerlo por estar el perro muy cerca de la pieza. La mayor de las ventajas de este tipo de caza es el orgullo que aporta al cazador poder abatir la pieza sin más medios que sus piernas, su inteligencia y su escopeta.

Aprovechando experiencias anteriores

El cazador es el timón del perro en la caza, quién le indica donde batir el terreno, la distancia a la que hacerlo y la velocidad. Quien haya tenido perro debe aprovechar las experiencias que le brindó en el pasado ya que también los perros enseñan a los cazadores. Al entrar en el cazadero y si este es el de costumbre el cazador conocerá perfectamente las querencias de los animales, pero a ciencia cierta que donde aquel perro siempre se quedaba de muestra será el lugar donde las piezas puedan hallarse con mayor facilidad.

Cuando al pasar por ese regato donde solo un perro se atreve a adentrarse sin miedo podemos hacer uso de piedras tirando alguna a lo espeso. No será raro que por tirar una piedra a una zarza o un regato sin esperar nada, emprenda el vuelo un pequeño bando de perdices.

La escopeta, la única compañera de la caza sin perro.
La escopeta, la única compañera de la caza sin perro.MANUEL RUIZ TORIBIOAgencia EFE

Cazando el pelo

Conejos y liebres pueden ser quizás las piezas que mejor caza se puedan dar sin la ayuda del can. “Cuando menos lo esperas salta la liebre” reza el refrán. No obstante, podemos adelantarnos y saber que las camas de las liebres suelen situarse en las mismas zonas cada año, recibiendo los primeros rayos del sol por la mañana. Aquí es donde debemos agudizar la vista y acostumbrarla al campo. Hay cazadores capaces de distinguir una liebre encamada y advertirlo antes de que se arranque lo que nos demuestra que la experiencia y un buen ojo pueden suplir el olfato del perro.

Los conejos en el monte nos suelen salir en muchas ocasiones de los propios pies y unos buenos reflejos son fundamentales para encararnos rápidamente la escopeta y efectuar el disparo. La mayoría de cazadores suelen fijarse en buen modo en el suelo tratando de encontrar pistas y rastros que indican los animales que hay y dónde están. Este hábito debe ser mucho más desarrollado en los cazadores sin perro a modo de conocer las zonas más querenciosas de los animales.

El cobro

La emoción del lance es sin igual, pero hay que estar atentos y tener memoria fotográfica para recordar donde cayó cada pieza. Dejar caza muerta en el campo provocará la rabieta del propio cazador. La mejor solución para esto es guardar calma en el momento del disparo e intentar realizar el tiro donde la pieza vaya a caer en buen sitio evitando perderla. En caso de estar seguros de haber abatido la pieza y no haberla encontrado, valga como consejo volver sobre los pasos dados y situarnos exactamente donde se ha producido el disparado. Se debe recrear el lance tal como se ha vivido, esto es, encarando la escopeta y apuntando hasta el sitio en que creemos que apretamos el gatillo. Una vez hecho esto podemos crear una línea entre el lugar del disparo y donde se encuentre el taco del cartucho (si el terreno nos permite encontrarlo y que normalmente estará unos pocos metros más adelante en la dirección del disparo). En la línea que une la posición de tiro con el taco se encontrará el sitio en el que los perdigones impactaron en la pieza y teniendo en cuenta la dirección y velocidad que llevaba el animal se puede acotar la zona en la que buscar la pieza abatida. En caso de no encontrar el sitio desde dónde hemos disparado nos fijaremos en el suelo en busca de las vainas de los cartuchos recién disparados si es que no los habíamos recogido aún.

En otros casos podremos ver que las piezas se perdieron en una inmensidad de hartos, zarzas y pinchos donde nos es imposible entrar o bien cayó en medio de un estanque o laguna. En estos casos el cobro de la pieza queda a disposición del valor y ganas que cada uno le quiera echar para adentrarse en sitios como estos.