Mayores Clece

“Aunque no pueda abrazar a mi madre, verla por la pantalla, me emociona y tranquiliza”

En este período de confinamiento, las personas mayores que viven en residencias requieren que los profesiones de estos centros les presten una mayor atención y cariño para suplir la ausencia de sus familiares

Residencia Clece
Residencia CleceLa Razón

José pasaba unos días de vacaciones cuando recibió la llamada de la residencia donde vive su prima, comunicándole que a partir de ese momento las visitas de familiares se iban a limitar, teniendo que acudir, además, con mascarilla. “Al principio nos preocupamos mucho, porque ella, María, tiene 95 años, pero conforme pasaban los días, comenzábamos a entender la situación y vimos que estas medidas eran para el bien de ella y de los demás residentes”, asegura. Y es que este aviso les llegaba cuando aún no se había decretado el estado de alarma y la cuarentena aún no era una realidad.

Porque en algunas residencias de Clece, como es el caso de la Residencia de Mayores Nuestra Señora de los Dolores de Villanueva del Trabuco, Málaga, empezaron a aplicar de manera inmediata las primeras medidas para evitar en la medida de lo posible el contagio. Marta Guerrero, directora de este centro gestionado por la empresa Clece, filial de ACS, comenta que “las medidas en la residencia comenzaron el 6 de marzo con un incremento en la vigilancia de aquellos residentes que estaban resfriados y con fiebre, y poco a poco comenzamos a sumar medidas hasta llegar a la prohibición de las visitas y del acceso a proveedores desde el 13 de marzo, días antes de anunciarse el confinamiento general”.

Es una situación excepcional que requiere la colaboración de todos, de familiares, de residentes y empleados. “Los familiares nos han apoyado, desde el primer momento, en todas las medidas que se han ido tomando, comprenden la gravedad de la situación y lo agradecen porque, en definitiva, se trata de la salud de sus mayores”, explica la directora. Pero no vale con eso. Para que la situación sea soportable es necesaria la gran dedicación de los profesionales que trabajan en el centro. Como bien explica Marta Guerrero «son varias las medidas que hemos tomado para que los familiares estén tranquilos. Hemos creado un grupo de whatsApp donde les vamos informando diariamente de cómo está la situación dentro de la residencia. Además, una vez en semana, uno de nosotros se encarga de llamar a todos los familiares para contarles cómo están cada uno de los residentes y qué novedades hay». Una dedicación que garantiza la tranquilidad de unos familiares que no pueden visitar a sus seres queridos en estas semanas tan difíciles.

El poder de dar cariño

Cumplir con el confinamiento no es una tarea fácil para nadie, pero cuando tienes a un familiar en una residencia esta tarea resulta aún más complicada, porque son personas más vulnerables que necesitan de un cariño especial para seguir adelante. Con la voz entrecortada, Remedios, hija de María, de 88 años, asegura que «no poder abrazarla es una de las cosas más duras por las que estoy pasando. A mi madre le gusta mucho que la abracen y sentir el cariño de sus seres más queridos, le da tranquilidad y paz». Toñi y José también coinciden en que Mary, su prima, “necesita mucho el calor humano, pero estamos tranquilos porque la vemos en todas las fotos que nos mandan por WhatsApp. Si no la veo en la foto que nos mandan, les escribo por privado para preguntar y al momento me responden con una foto de María, sonriente, en su habitación o en las zonas comunes. Es de 10 la dedicación de estas personas”.

Por esta razón, para salir de una situación tan difícil, los empleados de la residencia de Clece son conscientes de lo importante que es darles aún más cariño y dedicación a sus residentes. “Esta situación era algo nuevo que llegaba de repente y arrasando. Había mucho desconocimiento y temor al contagio, pero con reuniones, formación y mucho empeño, todo el equipo se ha adaptado a la nueva situación en un tiempo récord”, explica la directora de la Residencia Nuestra Señora de los Dolores, quien además asegura emocionada que “en pocas semanas me he sentido muy orgullosa de ver cómo el equipo se ha unido más que nunca y ha convertido el miedo e incertidumbre iniciales, en fuerza, valor y en ganas de que todo salga bien”.

Actividades para sentir cerca a los familiares

Para las personas mayores, estos momentos no están resultando nada fáciles. Marta cuenta que “lo más difícil es conseguir que los residentes que tienen deterioro cognitivo respeten las medidas de prevención como es la distancia entre ellos en las zonas comunes. Para esto, hemos reestructurado los comedores y los turnos, quitado sillas y sillones y colocados a la distancia necesaria para garantizar la seguridad”. Además, desgraciadamente, muchos residentes no son conscientes de la situación que se está viviendo. “Los que sí lo son, al principio se quejaban por no poder salir, pero poco a poco han ido comprendiéndolo y están tranquilos, esperando que todo esto pase”.

Y mientras pasa, una de las claves de este centro es procurar que los cambios para estas personas sean mínimos. “Lo mejor es normalizar la situación para que ellos perciban la mayor tranquilidad y calma posible”, asegura Guerrero.

Sin embargo, hay una nueva actividad que se ha convertido en su preferida: las videollamadas. Acercar las nuevas tecnologías a personas que han crecido y vivido en lo analógico resulta realmente bonito. En palabras de la directora, “es muy gratificante ver las caras de sorpresa cuando descubren cómo sus familiares aparecen por arte de magia en la pantalla. Se convierte en un momento realmente entrañable y divertido”. Pero los que realmente agradecen este acercamiento a las nuevas tecnologías son sus familiares, quienes, en la distancia, pueden ver con sus propios ojos y para su tranquilidad cómo sus mayores se encuentran en buenas manos, contentos y dispuestos a superar esta excepcional situación. “Aunque no pueda dar a mi madre un abrazo, verla por la pantalla tan feliz y calmada, me emociona y tranquiliza”, explica Remedios.

El azote del Covid-19 ha cambiado muchas cosas. Ha cambiado a muchas personas. Ha hecho que aquellos más analógicos se adapten a lo digital ha hecho que el cariño se exprese de una forma diferente. Pero sobre todo, ha hecho que la parte más humana y más solidaria aflore con más fuerza que nunca. Marta Guerrero explica que “mucha gente se ofrece para venir de manera voluntaria a ayudar, aunque no es posible por seguridad. Incluso trabajadores que están de baja se ofrecen para hacer cualquier tarea desde casa. Mucha gente del pueblo nos ha hecho mascarillas, gorros, manguitos. Es increíble lo que pueden llegar a sorprender las personas en un momento así”.