Caza
Buenas prácticas agrícolas para la caza
La comunicación y el acuerdo entre cazador y agricultor debe ser posible para tener una buena gestión cinegética
Al sembrar el cazador su pequeña parcela en el coto verá cómo según el cultivo elegido la incidencia en las especies de caza será distinta. Los cultivos no son solo una fuente de alimento y refugio para nuestras especies cinegéticas sino para muchos otros animales entre los cuales tenemos a los depredadores. Zorros, urracas y demás alimañas también se benefician de nuestros cultivos por lo que no debemos pasar por alto el consultar con un experto y si estamos hablando de grandes superficies habrá que contar con un técnico competente que estudie la situación y lo incluya en el Plan Técnico de Caza.
Las especies cinegéticas de nuestro país están muy influenciadas por las actividades agrícolas. La calidad del hábitat fluctúa en función de la abundancia, estado y distribución en el que se encuentren todos los elementos del entorno que son necesarios para el desarrollo normal de las especies. Cuando estos elementos no se encuentran bien dispuestos en el coto de caza los animales se desplazan desapareciendo de la zona. Hay ciertos aspectos fundamentales como son:
Respeto de márgenes y lindazos: los límites entre parcelas, entre estas y los caminos, arroyos, etc. deben ser respetados. En estos márgenes evolucionan plantas herbáceas y arbustivas que proporcionan un refugio ideal a las especies de caza menor. Las dimensiones de las lindes deben ser proporcionales al tamaño de la parcela partiendo de un mínimo de 1,5 metros para las parcelas más pequeñas y de hasta 10 metros para las parcelas más extensas que superen las 50 hectáreas.
Conservación de vegetación: toda vegetación estimula la expansión de las poblaciones cinegéticas al proporcionar refugio y alimento a las especies. La vegetación natural presenta una disposición gradual en el campo, es decir, una zona arbolada no da paso a una zona de pradera sin tener en medio especies arbustivas que gradúan esta evolución. Hay especies cinegéticas que viven en estas zonas y por ello su conservación y mantenimiento es fundamental. En la agricultura se pueden instaurar cultivos de distintos tamaños que tengan necesidades intermedias entre ambos ofreciendo así este gradual paisaje. Pensemos además que estas zonas no solo ofrecen refugio si no que en ellas se crían infinidad de insectos y artrópodos que proporcionan una fuente de proteínas fundamental para la caza. Manteniendo estas zonas el agricultor se verá además favorecido a la larga ya que esta vegetación ayuda en el control de las plagas, favorece la polinización, retiene el agua en el suelo evitando la escorrentía y evita también la erosión del suelo.
Conservación zonas húmedas: el agua es fundamental para el desarrollo de cualquier animal y la caza necesita de un agua de calidad dónde se debe evitar a toda costa el vertido de contaminantes, el sobrepastoreo y la quema. Estas zonas comprenden los márgenes aledaños y no solo el propio agua. De su conservación dependerá en gran parte el buen éxito de cría de las especies de nuestro coto.
Como norma general debemos tener en cuenta este decálogo de buenas prácticas agrícolas para la caza:
1. Reducir el empleo de abonos inorgánicos granulados y, en el caso de ser utilizados, enterrarlos para evitar su ingesta por la fauna o extenderlos haciendo coincidir su empleo con la época lluviosa con el fin de reducir su tiempo de permanencia en el suelo sin disolver.
2. Retrasar al máximo la cosecha.
3. No cosechar de noche ya que los animales tienen dificultada la huida.
4. Cosechar desde el interior de la parcela hacia el exterior para dejar huir a los animales
5. Dejar una franja ecológica de 1 metro de ancho como mínimo sin cosechar en todo el perímetro de la parcela. Dejar esta banda sin administrar herbicidas ya que reduce la diversidad de plantas y por lo tanto de alimento para las especies cinegéticas.
6. Aguantar la paja en el campo al máximo sin empacar, hasta mediados de septiembre a ser posible.
7. En el caso de ser necesaria la quema de rastrojos si ésta estuviera autorizada, hacerlo siempre fuera del periodo reproductor, al objeto de no afectar los márgenes o zonas de vegetación natural.
8. No labrar la tierra hasta bien entrado el otoño.
9. No roturar los bordes de cauces de agua o balsas para evitar que se incremente la evaporación de agua ya que es de vital importancia para que beban los animales.
10. Realizar rotación de cultivos en la misma parcela para que no aparezcan enfermedades específicas de un cultivo.
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