Ensayo clínico

Voluntarios españoles prueban la vacuna de CureVac

Comienzan a probarla en el Clínico San Carlos, Hospital de Cruces y Donostia

La vacuna de la alemana CureVac en asociación con Bayer acaba de iniciar su fase 2b/3, es decir, el ensayo clínico en el que se prueba la seguridad y eficacia en humanos. La biofarmacéutica ha desarrollado una vacuna basada en el mecanismo del ARN mensajero, el mismo que emplean las dos que se distribuyen actualmente de Pfizer y Moderna.

Para el ambicioso estudio internacional, en el que se estima que participarán más de 36.000 voluntarios en todo el mundo, cuenta con la ayuda de tres centros españoles: el Hospital de Cruces, en Bilbao; el Hospital Donostia, en San Sebastián; y el Hospital Clínico San Carlos de Madrid. «Hemos recibido muchísimas llamadas por lo que hemos habilitado un proceso muy bien definido para ir pasando los distintos filtros», señala Antonio Portolés, principal investigador del ensayo en nuestro país y experto en Farmacología Clínica del San Carlos. «Hay que ser muy concienzudos en los protocolos para que podamos usar los datos que conseguimos». Cuando le preguntamos qué cree que aportará la vacuna alemana a la pandemia, Portolés lo tiene claro. «No se puede hacer magia. El proceso de generación de las vacunas de Pfizer y Moderna ha sido prodigioso, ya que se ha dado, por una parte, la coincidencia de unos desarrollos que ya estaban avanzados con una necesidad imperiosa que ha movido la inversión», añade.

En el País Vasco, ayer arrancaban las primeras jornadas de vacunación de voluntarios. La coordinadora científica del Instituto BioCruces Bizkaia, Eunate Aranarri, cuenta el porqué de la elección de estos dos centros. «Hemos sido elegidos por tener tanto la infraestructura como el capital humano necesario para conseguir el reto que se nos plantea: vacunar a 50 voluntarios al día, con la previsión de llegar a 1.000 en un mes», añade.

Aketza Moran, de 33 años, ha sido uno de los primeros en vacunarse. «¡Y eso que las agujas me dan pánico!» –señala– «pero pensé que debía hacerlo, que era una manera de contribuir y aportar algo valioso a la sociedad. Con tanta gente que se está dedicando a sabotear los esfuerzos de la comunidad sanitaria me sentí responsable de poner al menos mi granito de arena». Este joven vasco se ha comprometido a enfrentarse a su fobia a las agujas dado que el proceso incluye visitas programadas, analíticas de sangre periódicas y, dentro de 28 días, la segunda dosis. «Mi pareja es enfermera y trabaja en primera línea, quizá por eso he vivido esto más de cerca y siento que tengo que contribuir. Además, me han regalado un termómetro estupendo; así que te diría que me voy súper contento», dice entre risas. Y es que la participación en el ensayo, para la que solo es necesario cumplir dos requisitos, ser mayor de 18 años y no haber tenido exposición previa confirmada al SARS-CoV-2, exige la asistencia a una serie de visitas, la realización periódica de analíticas de sangre, la monitorización de datos de salud del voluntario a través de encuestas en una app y el seguimiento mediante llamadas telefónicas.