Junto a Luis Enjuanes e Isabel Sola, lidera en España un prototipo vacunal contra el coronavirus único en el mundo, que esperan proporcione “una inmunidad duradera y estable, a la que no pueda afectar ninguna variante”. Si todo va como hasta ahora, estará disponible para finales de este año. “No será la primera vacuna española que se apruebe, pero sí la mejor”. Con esta confianza se expresa la investigadora Sonia Zúñiga al hablar del proyecto de vacuna en el que trabaja, un desarrollo basado en replicones no infectivos del SARS-CoV-2. “Vamos despacio, pero avanzando en firme”, nos cuenta. Pero la espera, seguro, merecerá la pena.
Nuevas variantes “preocupantes” (brasileña, sudafricana, californiana) ¿el avance de la campaña de vacunación, supone una ventaja o una desventaja para el desarrollo de estos linajes?
Las variantes de la covid van a surgir siempre, pero estamos ante un virus que no tiene como característica el formar serotipos (lo que entendemos por variantes), y esto es muy importante frente a la sobre alarma que genera la información acerca de estas mutaciones. Y esta es la razón por la que, aunque la comunidad científica mire con atención a las nuevas variantes (en especial a algunas como la brasileña) la opinión general es que no van a cambiar las “reglas del juego” en la pandemia. Un ejemplo claro de cómo se está sobre dimensionando esta amenaza es la comparación con la variante D614G, que surgió en marzo de 2020, y en noviembre ya era la dominante en todo el mundo. Esta fue la primera a la que nos enfrentamos, que también es más transmisible que la original, pero se ha demostrado que los anticuerpos que se producen frente a la variante originaria, que es la información que llevan las vacunas, neutralizan el virus que está circulando por todo el mundo e un modo igual o más eficiente.
¿Cuál es el contexto que más beneficia a su surgimiento (personas vacunadas que vuelven a entrar en contacto con el virus, personas inmunodeprimidas infectadas...?
Esto no está claro. La variante brasileña probablemente surgió de individuos inmunodeprimidos, pero son teorías, especulaciones; no tenemos certezas aún sobre cómo han surgido, al menos desde el punto de vista epidemiológico. Las habrá con el tiempo.
Manifestaciones 8-M y Semana Santa ¿cuál es su opinión como experta frente a que se celebren acontecimientos que supongan mayor interacción entre personas?
Pues esto es un claro ejemplo de algo que está completamente en nuestras manos, y sobre lo que tenemos información suficiente. Tenemos que evitar las aglomeraciones de personas, aunque sean al aire libre con mascarilla. Sin embargo, periódicamente se vuelve sobre ello, cada vez que hay una fecha señalada. Es más peligrosa la prisa que tenemos por relajar medidas que las variantes.
¿Cómo cambiará la vacunación las reglas del juego?
Yo soy optimista. Ya los estamos viendo en residencias. Hay que ser muy prudente. Está claro que en verano y en otros momentos se han cometido imprudencias, porque aunque el número de contagios baje, el virus no se ha ido. Pero este año vamos a estar mucho mejor que el año pasado, no solo por las vacunas, sino porque se aprobarán medicamentos muy eficaces contra la infección que ahora están en su última fase.
¿Cómo está avanzando el proyecto de vacuna en el que participa en el CNB-CSIC?
Vamos despacito pero seguros. Las tres vacunas del CSIC son los más adelantados de los 13/14 proyectos españoles. La “nuestra” es la que va más tarde (los otros dos proyectos del CNB-CSIC ya han comenzado la fase II) pero porque es más complicada, es única en el mundo. Se basa en el propio virus pero le quitamos todo lo que lo hace patógeno y lo que le permite extenderse. Esto tiene varias ventajas, la principal es que la respuesta inmune va a ser más completa y duradera, con una dosis mucho menor. Lo que nosotros perseguimos es una inmunidad esterilizante, en mucosas, y tenemos mucha confianza en conseguirla porque la tecnología que estamos usando ya ha funcionado para otros coronavirus, como el MERS. No será la primera vacuna española, pero será la mejor.
¿Cuál es su opinión sobre las últimas vacunas aprobadas, la de Astrazeneca y la de Johnson & Johnson? ¿Y sobre la tercera dosis que prepara Pfizer?
Todo lo que se aprueba es una vacuna segura y tiene una eficacia que avala su uso. Y este es el mensaje más importante. Por eso, no hay que fijarse demasiado en si una tiene un 95% y la otra un 65%, porque eso depende del tipo de población que haya participado en el estudio, de la pauta del ensayo clínico. No hay vacunas mejores y peores, lo peor es no vacunarte.
Creo que hay una cierta tendencia a valorar más lo negativo que lo positivo. Las vacunas de Pfizer y Moderna, por ejemplo, son un milagro científico, tanto por lo rápido que se han podido desarrollar como por lo bien que están funcionando. Sin embargo, la gente se queda con lo sale mal (por ejemplo, que Sudáfrica suspenda la vacunación con el suero de Astrazeneca), porque no pueden entender la “foto completa”.
Sobre la tercera dosis, o dosis de refuerzo, solo decir que es lo normal, dado que el deber de estas compañías farmacéuticas es adelantarse a lo que suceda, y su tecnología se lo permite.
¿Qué opina de otras vacunas como la rusa, o las tres que ya ha aprobado China?
Cuantas más vacunas haya, mejor, esto es así. La cuestión es que, en el caso de estos sueros, no tenemos la suficiente información porque no han seguido los mismos protocolos que las otras. Las compañías que las han desarrollado no han mandado sus resultados a los organismos oficiales, como la FDA o la EMA, para que pudieran valorarlos. Pero, si en el futuro lo hicieran, y los datos fueran buenos, pues adelante.
Lo que si sé es que dos de las tres vacunas chinas están basadas en virus inactivados, que es una tecnología muy tradicional.
“Vamos a perseguir variantes en todo el mundo en el futuro previsible y básicamente hemos hecho un pacto de muerte por la propagación endémica de este virus. Nunca va a desaparecer”, decía la semana pasada un conocido epidemiólogo. En su opinión, ¿España tendría que apoyar la producción de una vacuna pública global?
Esto es algo absolutamente necesario. Nos miramos mucho el ombligo sobre cómo vamos nosotros, pero ninguno estaremos completamente a salvo hasta que no se haya inmunizado la última persona en el mundo. Esto puede hacerse de dos maneras, o bien mediante la vacunación o bien mediante férreas restricciones como las que se han llevado a cabo en países asiáticos (o en Nueva Zelanda), que han llegado a conseguir 0 casos. Pero el problema es que un caso importado puede provocar un brote.
Eso lleva a dos conclusiones. La primera, que cuantas más vacunas haya, y de más tipos, mejor. Para que puedan adaptarse a todas las situaciones, ya que no es lo mismo vacunar en un hospital de un país desarrollado (con sus cámaras refrigeradoras) que en una montaña en medio de Siberia. La segunda es que tenemos un enemigo común que hay que combatir con inteligencia: la reticencia a vacunarse. Y aquí vuelvo a hablar de la importancia de tener una visión global. Nosotros, como país, podemos ir avanzando adecuadamente en la campaña de vacunación pero, de poco sirve si en Francia (con el que compartimos frontera) hay un alto porcentaje de la población que rechaza inmunizarse. Y este es un desafío muy importante al que nos tenemos que enfrentar con inteligencia, información y mucha mano izquierda. No imponiendo sanciones ni obligando.