Pandemia
El confinamiento mejoró la calidad del aire
Evitó 120 muertes prematuras, según el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal)
En los primeros meses de la pandemia, durante el confinamiento y la inmediata desescalada, un periodo durante el que la movilidad estuvo restringida, se produjo una importante mejora de la calidad del aire.
Algunos territorios, como China y Europa han llevado a cabo estudios para cuantificar esa mejora y la disminución de la mortalidad asociada y ahora, el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), centro impulsado por la Fundación ‘la Caixa’, junto con el Barcelona Supercomputing Center-Centro Nacional de Supercomputación, acaba de publicar en la revista Environmental Pollution un estudio centrado por primera vez en España, en concreto en 47 capitales de provincia, que revela un número significativo de muertes prematuras evitadas por la mejora de la calidad del aire durante los meses de marzo a junio de 2020.
En un primer lugar, en el marco de la investigación se han evaluado los cambios en los niveles de contaminación atmosférica a partir de la medición del dióxido de nitrógeno (NO2) y del ozono (O3), teniendo siempre en cuenta la influencia de los factores meteorológicos asociados a través de técnicas de aprendizaje automático. Y el resultado pone de evidencia que los niveles de dióxido de nitrógeno se redujeron en un 51% durante el confinamiento y en un 63% en los primeros meses de la desescalada. Por contra, la disminución fue mucho menor en el caso del ozono, que tan solo se redujo en un 1,1% y un 0,6%, respectivamente, y en algunas de las ciudades más pobladas, incluso aumentó.
En cualquier caso, esa reducción del dióxido de nitrógeno tuvo un impacto sobre la mortalidad prematura. De hecho, el estudio estima que se evitaron unas 120 muertes durante el confinamiento y otras 50 más durante los primeros meses de desconfinamiento.
Por lo que respecta al ozono, la disminución fue tan poco significativa que no permitió evitar la mortalidad prematura . Es más, se calcula que ésta se incrementó en cerca de 20 muertes durante los meses de marzo a junio, algo que se explicaría por el aumento de los niveles de ozono en las ciudad más pobladas, sobre todo en Barcelona y Madrid, las cuales están saturadas de los óxidos de nitrógeno y cuando este contaminante disminuye, entonces pueden aumentar los contaminantes secundarios, como el ozono.
Además, el estudio no ha tenido en cuenta las reducciones del material particulado fino que, aunque fueron bastante menos significativas que las reducciones de dióxido de nitrógeno, probablemente contribuyeron a una disminución adicional de la mortalidad prematura.
Con estos datos, el estudio pone de relieve el impacto de la reducción de la contaminación atmosférica en la salud a corto plazo, de manera que, tal y como apunta Joan Ballester, investigador de ISGlobal que ha coordinado el estudio, “con reducciones permanentes de las emisiones, los efectos positivos podrían ser mucho mayores” y además, “se podría reducir la carga de enfermedad de epidemias que causan infecciones respiratorias como la COVID-19, puesto que las enfermedades causadas por la exposición prolongada a la contaminación atmosférica son, a su vez, factores de riesgo de gravedad y mortalidad por el coronavirus”.
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