Opinión

Se van yendo

Cristina Bejarano 05 07 2016 Paloma Pedrero, escritora.
Paloma PedreroCristina BejaranoLa Razón

Estos últimos meses se nos están muriendo muchas personas especiales, creadores de verdad, grandes de verdad, necesarios de verdad en este mundo de mediocres.

Es como si en un acto de rebeldía última no hubiesen querido irse cuando tántos seres indefensos marcharon por el virus, y esperaron un poco.

Estoy dolida. Dolida especialmente por dos grandes amores, ambos imprescindibles en mi memoria, que se dedicaban a hacer el mundo más pacífico, más risueño. Mejor.

Uno, Pedro de Casso, era un maestro, asombroso como psicólogo transpersonal. Infalible haciendo terapias de grupo. Comprometido hasta la médula con cualquier ser humano que le necesitara. Pedro no tenía mayor tarea que dar amor con sus actos y sus libros, con una escritura en la que transmitía de maravilla sus enormes conocimientos del alma humana. Murió cenando tranquilamente, como se merecía, después de haber llevado tanta tranquilidad a los otros. Sus enseñanzas y su ser van conmigo.

Nacho Moreno, el creador de Goomer, el Falsarios Chef, me ha dejado el corazón partido. Porque se fue demasiado pronto y de golpe. El bicho más maldito no le dio respiro. De estar bien a fulminarlo en dos meses. Se había extendido sin sentido, sin piedad, sin dar tiempo a asimilarlo.

Nacho fue mi primer amor, el hombre que me enseñó que merecía la pena vivir así, con un compañero de lealtad. Nos conocimos con catorce años sobre el escenario del colegio. Aunque ambos elegimos finalmente la escritura como profesión.

Una escritura, la suya, llena de diálogos magníficos, de personajes perfilados, de teatralidad. De un humor lleno de compasión. Como era él. Se han ido otros buenos, muy queridos también. Todos en mi y en mi tristeza.