Delitos sexuales
Qué es la castración química y qué países la contemplan como medida punitiva
Suele ser suministrada en algunos países como una medida con un carácter punitivo y preventivo para delincuentes con antecedentes de abuso sexual
La castración química es un tratamiento farmacológico basado en la administración de una serie de medicamentos destinados a bloquear la producción de testosterona; y en consecuencia, a reducir la libido y el impulso sexual. Suele ser suministrada en algunos países como una medida con un carácter punitivo y preventivo para delincuentes con antecedentes de abuso sexual, sobre todo en el caso de que el crimen fuese dirigido hacia menores. Aunque esta no es su única aplicación, también es un tratamiento muy extendido para combatir el cáncer de próstata
Es un procedimiento que se considera reversible. Porque cuando se abandona el tratamiento, el organismo vuelve a producir las hormonas que se habían visto bloqueadas con más o menos naturalidad. Sin embargo, también pueden alterar de forma permanente la química corporal; provocando un aumento de la grasa corporal y -en paralelo- una reducción de la densidad ósea. Lo que podría derivar a largo plazo en una enfermedad cardiovascular o en osteoporosis. En algunos casos, el paciente varón también puede experimentar ginecomastia, que es el aumento anormal de las glándulas mamarias.
¿Es viable como medida preventiva?
La castración química suele utilizarse como método preventivo contra la reincidencia de agresores sexuales, como violadores o pederastas. Al sujeto se le administra periódicamente el medicamento, en intervalos de tres o seis meses. Sin embargo, cuando el paciente deja de recibir la dosis prescrita, sus efectos van disminuyendo progresivamente hasta que el organismo vuelve a producir testosterona con normalidad. Y en consecuencia, los impulsos sexuales vuelven a aflorar. Esto ha provocado un intenso debate sobre si realmente es un método efectivo para agresores reincidentes en libertad condicional. Porque una vez el sujeto vuelve a la vida en sociedad, no hay garantías de que vaya a continuar con el tratamiento.
Además, tal y como explicó el coordinador del Grupo de Andrología de la Asociación Española de Urología, Natalio Cruz, en una entrevista que concedió a Europa Press, la castración química solo inhibe el impulso sexual, “pero no hacia donde se dirige dicho impulso”. Por ese motivo, el tratamiento farmacológico suele venir acompañado del tratamiento psicológico. Y este método solo es efectivo cuando el paciente pone de su parte... y eso tampoco está garantizado.
Un debate ético
Cada cierto tiempo -y en todos los países del mundo- alguna fuerza política reivindica la castración química como método para prevenir la reincidencia de agresores sexuales. Y cada vez que esto sucede, se abre un acalorado debate que va más allá de la viabilidad práctica y médica, sino que siempre implica varias cuestiones éticas y jurídicas.
Algunas organizaciones en defensa de los Derechos Humanos se posicionan en contra de la aplicación de este procedimiento como medida punitiva, por considerarla cruel y degradante. Algo que choca frontalmente con la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, que contempla en su artículo 5 el derecho de todo ser humano a no ser sometido a “torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes”.
Por ese motivo, Amnistía Internacional se ha posicionado claramente en contra de esta medida cada vez que un país la ha aprobado como medida punitiva. En el año 2016, cuando se legalizó la castración química para casos de condenados con antecedentes de agresiones sexuales a menores en Indonesia; el coordinador de Amnistía Internacional en Asia Meridional, Rimmel Mohydin, explicó que “castigos como este no harán nada para arreglar un sistema de justicia penal defectuoso. En lugar de tratar de desviar la atención, las autoridades deberían centrarse en el trabajo crucial de las reformas que abordarán las causas profundas de la violencia sexual y brindarán a las sobrevivientes la justicia que merecen y la protección que necesitan”.
¿En qué países se contempla?
A día de hoy, hay varios países que contemplan la castración química como medida punitiva y preventiva para agresores sexuales, como en Rusia, en Ucrania, en Pakistán, en Indonesia o en Corea del Sur. Pero en algunos países la pena es aún mayor. Tal es el caso de Nigeria -por ejemplo- que no contempla la castración química, sino que se aplica directamente la castración quirúrgica; tanto para hombres como para mujeres que hayan sido condenados por pederastia. Y si la víctima es menor de 14 años, la pena de muerte seguirá a la castración.
En algunos estados de EE UU también se ha legislado sobre la castración química. El primero en aprobarlo fue el estado de California en el año 1993. Y lo estableció como un requisito indispensable para poder optar a la libertad condicional. Y desde entonces, otros estados como Florida, Georgia, Iowa, Luisiana, Oregon, Texas o Wisconsin, han ido introduciendo esta medida en sus procesos penales.
El último estado en sumarse a la lista fue Alabama. Que lo aprobó en el año 2019 para los delincuentes sexuales que salían en libertad condicional después de haber sido condenados por un delito de abuso de menores de más de 7 años y de menos de 13 años. La medida puso el límite en los 7 años porque abusar de un niño de 6 años o menos en este Estado, anula la posibilidad de volver a salir en libertad... aunque esta sea condicional.
En Europa, el primer país en introducir la castración química forzosa para pederastas en su Código Penal fue Polonia; pero después se sumaron a la lista otros estados como Moldavia o Estonia. Sin embargo, en la mayoría de países de la UE, la castración química está contemplada como una opción para los reos que quieran someterse voluntariamente al tratamiento... y no como una medida ineludible.
No obstante, hay algunos países europeos, como República Checa o Alemania, en los que no solo se presenta la opción de la castración química, sino también la de la castración quirúrgica. Es una práctica que el ‘Comité Antitortura del Consejo de Europa’ ha criticado en reiteradas ocasiones. Porque lo considera un procedimiento “invasivo, irreversible y con mutilación”.
En Alemania es una opción muy poco popular entre los delincuentes sexuales. Sin embargo, en la República Checa lo es bastante más, porque este país tiene las cifras más altas de todo el mundo de hombres que se han sometido a la castración quirúrgica.
¿Es legal en España?
En nuestro país, la castración química no está considerada como una medida punitiva, sino que tiene un carácter voluntario. Es decir, que es una opción que se le presenta a cualquier reo con antecedentes de abuso y violencia sexual, y es él quien decide si quiere someterse al tratamiento.
Los programas instaurados en las prisiones españolas no solo se centran en el aspecto farmacológico del tratamiento, sino también en el psicológico. Normalmente, los reclusos trabajan en grupo y de forma individual en diferentes módulos psicoeducativos y terapéuticos para potenciar su autocontrol, habilidades sociales, valores, empatía hacia la víctima y conciencia emocional, (...).
El primer presidiario español en solicitarla fue Alejandro Martínez Singul, conocido como el “segundo violador de L’Eixample (Barcelona)”, cuya última condena correspondía al intento de abuso sexual a una menor de 12 años. Un crimen por el que fue condenado 3 años y 9 meses de prisión. Sin embargo, este no era el primer delito de carácter sexual por el que había sido condenado. En el año 1993 fue sentenciado a 65 años de cárcel por diez violaciones y por la tentativa de cometer otras cuatro sobre menores de entre 10 y 15 años.
El violador reincidente salió de prisión en el año 2013 aún cuando los expertos que le habían tratado avisaron de que no estaba rehabilitado. La última noticia que se tuvo de él, fue la denuncia que su familia presentó en su contra, tras una pelea en el domicilio, en el que presuntamente fueron agredidas su madre y su hermana.
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