Drogas
Alertan del uso de recetas médicas falsas para provocar “sumisión química” y cometer abusos sexuales
La burundanga es la sustancia más conocida popularmente por su capacidad para provocar la pérdida de consciencia en quien la ingiere
El uso de drogas para anular la voluntad y cometer abusos sexuales se ha incrementado en los últimos años. Es lo que se conoce como sumisión química, y desde el Colegio de Farmacéuticos de Girona han alertado del creciente uso de recetas falsas para lograr esta práctica.
La utilización de estas recetas es un delito de aparente poca incidencia, con sólo 56 casos detectados en Girona en 2021, según datos del colegio, aunque son ya 22 en lo que va de año, por lo que la entidad profesional alerta de que en ocasiones su uso oculta un objetivo mucho más oscuro.
La burundanga, la más utilizada
La burundanga es la sustancia más conocida popularmente por su capacidad para provocar la pérdida de consciencia en quien la ingiere, habitualmente mujeres que lo hacen involuntariamente y que son después víctimas de agresiones sexuales.
Sin embargo, la obtención de ese tipo de droga no resulta fácil y otra opción pasa por emplear fármacos normalmente prescritos en el ámbito de la psiquiatría que, combinados con alcohol, causan también inconsciencia. Portavoces del Colegio de Farmacéuticos de Girona destacan que se trata de “un problema de salud pública” que va en aumento desde 2018.
Su esfuerzo se concentra en que las farmacias y los médicos a los que se falsifica la firma denuncien los hechos cuando tienen conocimiento de ello, ya que los casos detectados por los profesionales son muchos más que los que les constan a los Mossos d’Esquadra, según confirman desde la policía catalana.
Las recetas son a veces copias burdas que el delincuente imprime y a las que añade el número de colegiado y la rúbrica de médicos privados, datos fáciles de conseguir con una simple búsqueda en internet de este tipo de servicio sanitario.
Ni a estos profesionales ni a las farmacias les supone pérdida económica alguna, ya que los primeros habitualmente ni son conscientes de que se les utiliza con este cometido y las segundas, en caso de no detectar la falsificación, cobran el precio estipulado para este tipo de medicamento, que tampoco es elevado.
Los farmacéuticos, según relatan desde su colegio profesional en Girona, al darse cuenta de uno de estos fraudes se niegan a expender el producto, pero lo sucedido en ocasiones nunca llega a las comisarías. De todos modos, la clave del problema no es tanto el fraude económico como el “mal uso” que se hace de esos psicótropos que tienen efecto en el sistema nervioso.
Las falsificaciones responden a menudo también a la búsqueda de medicamentos con codeína, que precisan de receta, o de otros que pacientes que han dejado de tenerlos como pauta siguen buscando por tener un cierto componente adictivo. También los mezclan con otras drogas, pero lo que más preocupa es ese uso de sumisión, detectado en casos de agresiones sexuales.
Aparentemente, este tipo de psicótropos no tendrían suficiente fuerza como para provocar tal pérdida de conciencia como para que la víctima quedase totalmente privada de voluntad, “pero el alcohol es un gran potenciador”, según señalan los expertos. Además, son solubles en líquidos y los delincuentes las depositan en un descuido en la bebida que consume la víctima, “porque además son de acción rápida e inodoras”.
Por ello, desde el Colegio de Farmacéuticos de Girona se apuesta por el sistema de receta privada electrónica como método para prescribir este tipo de medicamentos como sucede en la sanidad pública, “donde está muy implantada”. También alertan de que las farmacias están obligadas a solicitar el DNI ante determinados perfiles de fármacos, pero que muchas personas se molestan.
El Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses estima que aproximadamente el 33 por ciento de las agresiones sexuales en los últimos cinco años son de este tipo, es decir, una de cada tres. Según sus datos, en 2020 se cifraron 2.054 agresiones sexuales, de las cuales se realizaron pruebas toxicológicas en 685 casos ante la sospecha de que estas agresiones pudieran haberse producido con sumisión química: en el 70 por ciento de los casos el resultado fue positivo.
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